miércoles, 22 de agosto de 2012

¿Vivir o morir?

“Nuestra vida es un viaje constante, de nacimiento y muerte. Cambia el paisaje, cambian las personas, las necesidades se transforman, pero el tren sigue adelante.  La vida es el tren, no la estación.”

“Cuando la insatisfacción no desaparece fue puesta ahí por Dios con una única razón: hay que cambiarlo todo, seguir hacia delante.”
                                                                                              Paulo Coelho

Estas líneas del autor, parecen haberlas sacado de mi mente.  Eso que siempre digo sobre el continuo aprendizaje y crecimiento. 

¿Nacer y morir? Más que cierto.  Algunos le llamarán “cerrar capítulos”, pero lo cierto es que estamos en continuo proceso de resurrección.  Alpha y Omega.  Si no lo logramos por las buenas, generalmente la vida igual te lo va enseñar por las malas. Eso que piensas que atraes y no te hace feliz (de la índole que sea), ese círculo que no logras romper, es porque sigues sin aprender la lección, así que se mantendrá o se repetirá innumerables veces hasta que aprendas lo que te corresponde.

No sé en qué punto estés en este momento, si naces con o del dolor por una pérdida, naces ante un nuevo reto, naces con renovado espíritu, naces de la fortaleza que solo tienes en tu interior, naces solo al abrir los ojos, lo cual ya es un milagro; o, si mueres… De frustración, de rabia, de tristeza, de impotencia, de miedo, de dolor… Lo que sí puedo asegurar es que es un ciclo, que la mayoría de las veces plantea decisiones duras.  Unos nacen, otros mueren, es regla de oro, incluso para nuestro camino de la vida. 

Desde donde he tenido vivencias, no solo las necesidades se transforman, sino también la perspectiva con que las miras.  Todos, en un momento dado tenemos eso que llamamos: crisis existencial.  Donde lo cuestionamos todo, desde cómo se creó el universo hasta que hago yo en él. A muchos nos da por leer, aprender un poco de teología, vemos la realidad con una descarada mirada absurda y pasan muchas cosas…

Hay quienes dejan de creer en Dios porque para ello hace falta tener FE y esto no es más que creer en algo que no se ve (a lo que muchos no están dispuestos); con ello viene el cambio de religión o la abstención a la misma, esto en la parte espiritual… En la parte física comprendemos que somos lo que comemos, y tenemos el valor de romper malos hábitos… Algunos lo logran, otros les da igual (hay que comer y disfrutar, puede ser la consigna). Quizás nos cuidemos un poco más u ocurra a la inversa, ¿ya para qué cuidarme tanto? En el plano emocional, ya no vemos el amor igual con el riesgo de no creer en este sentimiento o cualquier otro de origen noble, ni en que puedo recibirlo, ni en que puedo darlo. Hay algo de desconfianza y escepticismo.  Nos planteamos vivir efímeramente con lo que venga y con quien venga, sin compromiso porque no quiero que nadie me perturbe, no quiero sufrir.  Puede incluso que nos volvamos “egoístas” (más de lo normal), y no está basado en que mi YO sea prioritario porque es mi manera de ser mejor. NO.  Es egoísmo absoluto mezclado con envidia, donde creo que todo debe ser para mí porque me lo merezco más que cualquier otro y ya dejo de tener cierta sensibilidad con el prójimo y con las cosas que realmente tienen valor.  El ego se impone.  Una de dos, o desarrollamos mejor el instinto primario de supervivencia o deambulamos como zombis por ahí.  Intelectualmente, somos como la esponja, habidos de más y cuanto más creemos saber, menos sabios somos.

No todo es malo, hay gran cantidad de aves fénix.  Nadie la conoce, pero sabemos que existe (o eso creemos), para resurgir entre las cenizas.  Ser mejores padres, hijos, profesionales, personas… Me parece, para no hablar en primera persona, que hemos visto un poco de cada cosa o lo sospechamos, cuando vemos ese alguien tímido que ahora está cargado de un aura magnéticamente agradable; cuando ese(a) reprimido(a) pasa a ser guerrero con voluntad (aunque no tenga la fuerza)… Más panameñizado, ése que tomaba y ya no lo hace; aquel que era hp y ahora luce como ángel; que no hablaba y ahora tiene una conversación encantadora. Ya sabemos que detrás de eso siempre hay un por qué y/ o un para qué.  Todos cambiamos constantemente.  Para mí, la mejor transformación es esa que nace de nuestra necesidad y no por imposición de personas o circunstancias, pero si se da, también vale.

La vida es el tren, no la estación.  Y si la insatisfacción no desaparece es por algo.  Sabias líneas. Si vives, sobrevives, mueres o estás en agonía, algo sí digo con propiedad: la respuesta está dentro de ti.  Eso que llaman consciencia, sexto sentido, intuición, energía, lo que sea, la respuesta y la pluma para escribir el resto de la historia, la tienes tú.   

¡Ánimo! Cambien el paisaje, las personas o las condiciones, mira de frente con brío incesante, con ganas locas como lo hacen los niños. ¡Atrévete! a empezar, a cambiar, a nacer. 

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