Panamá, 30 de agosto de 2012
“¿Cómo entra la luz en una persona? Si la puerta del amor está abierta…” Once minutos – P. Coelho
Yo lo complemento con otra frase: La luz brilla en ti. Solo tú eres capaz de darla a otros, después de descubrirla en ti. Esto para mí realmente es catarsis. Parar ahora que mi escritorio quiere volar, hacer una pausa porque si el momento mágico de mi día no se manifiesta espontáneamente, yo estoy en la completa libertad y poder para crearlo.
Luz, brillo, energía, fuerza interior, voluntad… Son cosas intangibles porque no las podemos tocar, sin embargo, todos sabemos que se pueden percibir o más bien sentir. Para mí es como un mantra recordarme a diario que “debo brillar” y que eso, bajo ninguna circunstancia debe depender de otros (situaciones o personas). Por ejemplo: hoy amaneció Panamá siendo un hermoso día gris. Tan oscurito y lluvioso que seguramente muchos hubiésemos preferido quedarnos acurrucados en la cama… Algunos probablemente se hayan enfadado (y hablo de ustedes porque no fue mi caso), porque la lluvia trae consigo unos tranques peores a los acostumbrados y eso ya es mucho decir. Otros tal vez estén de malhumor porque tengan frío, producto del aire acondicionado de sus oficinas o peor, aquellos que les toca trabajar en la calle, estarán pensando en el resfriado que quizás se ganen…
Yo hoy decidí que es un hermoso día gris, total (y a pesar de las circunstancias migrañosas que me agreden), el sol lo llevo por dentro. He decidido que voy agradecer por esta lluvia, porque en Panamá tenemos un canal interoceánico que depende en gran medida de estas benditas gotas de vida; y, entre comillas, ruego por aquellos a quienes les ha afectado inundando sus casas o cosechas, pero a la vez comprendo que como humanos hemos y seguimos maltratando nuestra naturaleza y nuestro mundo y esto no es más que la consecuencia de nuestros propios actos.
Yo sé que no es fácil y lo digo con propiedad de causa, pero tratemos dentro de nuestras posibilidades de cambiar pensamientos. No permitir que la enfermedad, la tristeza, las frustraciones, el trabajo y ese jefe que nos tortura o no reconoce nuestro esfuerzo, mi esposo(a) o pareja indiferente, mis hijos intensos o desagradecidos, el tráfico endemoniado, la falta de dinero, las deudas, el carro o la refrigeradora que se dañó, la antipatía de otros, el ego, la soberbia o esa persona que me ha hecho daño (y que seguro no merezco), roben nuestro brillo… No es lo que esas situaciones o personas nos hacen, es lo que “permitimos” que nos hagan, allí es donde radica la causa y el efecto.
Como siempre digo, el mal que más nos aqueja como humanidad, es la falta de amor. Nadie quiere sufrir, es una realidad. Y en ese afán, cerramos con doble candado la puerta de nuestro corazón y escondemos tan bien la llave, que luego no sabemos dónde encontrarla… Y creamos una barrera a veces difícil de derribar por nosotros mismos. Abran la puerta de su corazón, si no encuentran la llave, pónganse creativos que hay cerrajerías y en ese sentido, sí podemos crear magia… Donde hay puertas cerradas, quizás hayan ventanas que sean más fáciles de abrir. El amor obra milagros. El amor empieza por ti, en ti… ¡Brilla!
Que todos tengan una hermosa semana llena de luz interior… Créanme que los demás lo notarán (hasta sus mascotas). Bendiciones,
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