En algún lado he visto un viejo adagio que dice: “Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír”.
Si hay algo que suele ser subestimado, aparte de la confianza, definitivamente diría que es la sonrisa. Nos distinguimos de las demás criaturas sobre la faz, por la asombrosa facultad de sonreír. Aunque – a manera de comercial – y puede que se rían, pero yo tuve un perro (Sadán), que literalmente lo hacía. Pensaba que era mi imaginación y mi mamá me sacó de la duda, y francamente si eso no era una sonrisa (por la emoción de vernos), la mueca le salía bastante parecida. El asunto es que reír o regalar sonrisas es gratis y casi a diario, se nos olvida. Es el idioma universal por excelencia, rompe cualquier barrera lingüística y hasta se ha comprobado científicamente que rejuvenece. Es un bálsamo para el corazón y vitamina para el alma. Quien la ofrece se siente bien, pero quien la recibe se siente mucho mejor.
Inclusive para mí, que no soy la más risueña, ni alegórica del mundo, es fácil admitir que no podría existir o ser feliz sin reír porque es una manifestación perenne de ser y estar viva.
La risa es mágicamente contagiosa porque cala en lo profundo del ánimo y saca lo mejor de uno. Son los segundos, minutos o el rato en que destellan miles de fuegos artificiales en nuestro interior. Y ni hablar cuando reímos hasta llorar, no hay nada que se le compare. Las mejores, sin duda alguna son las robadas. Hay ocasiones en las que sonreír es la mejor arma para salir bien librado; tal vez cautivar, o disimular… ¿Tienen en mente la sonrisa de una pareja enamorada? Puede que en primera instancia parezcan dos idiotas, pero si los observamos bien, fuera de ese halo que los hipnotiza y de la obvia complicidad, se revela armonía y luz. ¿Qué tal la sonrisa de un niño? ¿Bello no? Hay ternura, esperanza, ingenio, perspicacia. ¿Y la de un anciano? Paz, sabiduría, bondad. Y por más duro que haya sido el día, por más enojada o seria que esté, la sonrisa que viene de mi prójimo, y que probablemente sin conocerme me la ofrece, sencillamente, me desarma, me rindo a la buena vibra de ese obsequio.
Nacemos con esa facilidad y la vamos perdiendo en el camino, solo para aprender con el tiempo, que tenemos millones de razones para reír… Es largo ese trecho hasta que descubres que eres capaz y es mucho más fácil, reírte de ti mismo y de lo que acontece en tu vida. Total, todos hemos pasado por esos extraños momentos, estilo “believe it or not”, en los que creemos que hay cosas que solo nos pasa a nosotros.
¿Y qué hay del abrazo? Eludimos el contacto físico por prejuicios, temores, respeto, ignorancia, carencias… Soy testimonio del poder de un abrazo. Situaciones sobran en las que un abrazo de corazón, hace la diferencia. Ya sea porque no queremos o no podemos hablar, ese significativo gesto nos remunera haciendo que nuestra energía fluya, y nos devuelve seguridad y confianza.
El abrazo, en un santiamén, aún sin quererlo, renueva hasta las ganas de vivir. Me parece que tiene un valor “divino”, que nos concedió el Universo (o en mi caso, Dios), para que experimentemos la nobleza, la protección y el amor. Así que también es curativo: apacigua las lágrimas, espanta el dolor o intensifica la felicidad, conforta el cuerpo e igual que la sonrisa, es una caricia para el alma. El abrazo habla y se interpreta por sí solo, ya sea que se trate de amor o de perdón; de amistad o de pasión, de alegría o de condolencia, de vida o de sobrevivencia, no hay una palabra que exprese más que un abrazo.
Hay beso de Judas, pero no hay abrazo de Judas, porque es un sublime regalo de vida. Puede que en algún momento beses por compromiso, pero eso no le pasa al abrazo, ese se da porque se siente. No conozco un niño a quien le des un abrazo y no te pague con una sonrisa. Nos hace falta ver y apreciar, a través de la perspectiva de un niño; sin duda, seríamos mejores personas.
En estos días en el mundo de las redes sociales, se me anticiparon al colocar la siguiente frase: “Una sonrisa significa mucho. Dura un segundo, pero su recuerdo, a veces, nunca se borra”. Y hay otro par que rebusqué porque me encantan: “Una sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz… No hay nadie tan rico que no necesite una sonrisa, ni tan pobre que no la pueda dar”. Con seguridad, hay sonrisas y abrazos que quedan grabados en nuestra memoria. Si no tenemos facilidad de expresión verbal o escrita, incluso teniéndolas, sonreír y abrazar nos libera y nos acerca al mismo tiempo, ya que tienen el valor curativo de sanar muchos males.
Concede hoy y en vida, todas las sonrisas y abrazos que puedas, pues son recuerdos invaluables que nos inmortalizan a través de la eternidad. ¡Vive, ama, sonríe y abraza!
GG
No hay comentarios:
Publicar un comentario