viernes, 12 de octubre de 2012

YO SOY PANAMÁ

Hace días que observé por un canal de cable, la campaña “Yo soy Panamá”. Como publicista, he de admitir que me gusta el concepto, los colores, el jingle.  Le eché un vistazo a la página web www.visitapanama.com y aunque hay cosas que legítimamente se pueden mejorar, la información básica es un atractivo turístico con gran potencial.  Sin embargo, no me interesa ahondar en temas de promoción, presupuesto, ni imagen.  Prefiero, como panameña, inclinarme por el concepto. 

En las oportunidades que he tenido de salir fuera de nuestras fronteras, generalmente suelen asociarnos con Roberto Durán, el Canal de Panamá e incluso con Noriega.  No importa si son 30 o 3 días; con una patria chica en tamaño, pero grande en sentimiento, es muy fácil llevarla en el corazón y aún así, experimentar la nostalgia de la propia identidad.  Quizás me estoy haciendo más vieja, porque en cada regreso cuando anuncian el inminente aterrizaje se me nubla la vista y termino enjugándome las lágrimas de pura emoción.

No me siento más panameña que nadie, solo sé que soy 100% orgullosa de serlo.  Dios ha sido tan generoso que me permitió nacer en esta cuna de sabor, estilo, riqueza; cuna de campeones, de guerreros optimistas y folclóricos… Y, mientras más conozco otros foráneos y más recorro nuestra corta extensión, más me enamoro de Panamá.  Es un idilio.

Hace varios años, cuando trabajaba en territorio C3, por accidente me tocó atender una entrevista con periodistas europeos y dentro del cuestionario, surgió la pregunta de ¿cuál es el patrimonio más importante de Colón? No me tomé tiempo para pensar porque siempre he tenido claro que la fortuna más grande en el 507 (como anda sonando en una canción), es su gente.

Los panameños somos juega vivo, sí, pero también somos individuos llenos de carisma, alegres por la vida a pesar de las contrariedades. Lo que no sabemos, generalmente lo inventamos. Con el panameño de lo que traes, llevas. Bailamos lo que nos pongan por delante y nos adaptamos rápidamente a las situaciones.  Amamos el sancocho, el arroz con pollo, los tamales, el bollo preñao, el arroz con coco y guandú, la carimañola, tortillita frita o asada, pero también le damos a la pizza, a las papas fritas, a la arepa, al falafel, los tacos, el chow mein y mucho más.

En este país de locos (locura selectiva), donde celebramos hasta al perro, privilegiados en posición geográfica y abundancia de flora y fauna, unida por el deporte o enfrentada por prácticas políticas o religiosas; con tanta variedad racial y toda la influencia multicultural, lo que más nos distingue es nuestro don de gente.

Me es fácil cerrar los ojos, transportarme a la infancia y llegar a hoy día sintiendo el aroma de mar, que no lo aprecias hasta que comprendes que muchas personas alrededor del mundo siquiera lo han visto.  Huelo comida casera, pulpo en coco, carne asada o tal vez ropa vieja, ensalada de feria, mmm… Me saboreo un duro de coco, una paleta de piña, un boli de tuti fruti, o quizás una pinta bien fría, una chicha de tamarindo… Me como un marañón curazao que me aprieta la boca y luego el rico olor de la semilla tostada en fogón. Se me antoja una ensalada de mango o un racimo de mamones.  Me sabe a huevito de leche, suspiros, pesada de nance, pastelitos de Panadería Colón, bon de la Baguette, queso de Chela o pescado frito del Chorrillo. Bailo al son de los combos nacionales, Rubencito, Celia Cruz, El Gran Combo, La Sonora Ponceña, Samy y Sandra, Ulpiano, Osvaldo Ayala, Nando Boom, Nigga, Real Phanton, el Roockie, Tabou Combo, Gilbertito Santa Rosa, Marc Anthony, Juan Luis Guerra, canto como Erika Ender y termino el bailoteo con el ritmo de los congos portobeleños.

"Yo soy Panamá", no es un llamado para el extranjero, es para todos y cada uno de los que aquí nacimos en este suelo fértil y hermoso.  La lucha viene desde adentro.  Ser Panamá, es ser responsable contigo, con tu familia, con tu trabajo, con tus obligaciones y con tus derechos.  Es no tirar basura en la calle, ser cortés al conducir, respetar las señales de tránsito, regalar una sonrisa no solo al turista, sino al hermano, al prójimo que tienes al lado.  Ser Panamá es aprender y ser competitivo; esforzarte por lo que quieres y luchar por lo que crees.  Te obliga practicar turismo interno y conocer este hogar antes de visitar el ajeno. Desde Darién hasta Bocas del Toro, vívelo, disfrútalo. Da la cara, sé honesto y leal. Apoya el talento nacional y defiende tu bandera.

Dice Ruben Blades en una de sus mejores canciones – aunque todas son buenas:  Patria son tantas cosas bellas…  ¡Cuídala, ámala, protégela! La mano y la magia de Dios reinan sobre nosotros porque cuando pensó en el paraíso, pensó en Panamá.
  
GG

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