¿Has sentido alguna vez que estás en una cárcel de la que no sabes cómo salir? ¿Conoces de alguien con aparente libertad civil, pero que vive prisionero?
Romper cadenas o traspasar barrotes tiene su grado de complejidad cuando el presidio viene de apegos físicos y emocionales. Y no es desconocido que el manejo en la sociedad, también crean penitenciarias de muerte lenta.
Aficiones aparentemente inofensivas que nos pueden destruir:
· Dinero
· Azar
· Trabajo
· Moda y lujos
· Tecnología
· Política
· Religión
· Odio
· Amor
Puedo mencionar muchas más, pero estas son las más populares y subestimadas. Las hay peores: alcohol, drogas, sexo, adrenalina. Nos sumergimos en cosas materiales para sustituir la falta o el desbalance de sentimientos positivos. Estamos afanados en acumular cosas, que justificamos porque nadie quiere aparentar las verdaderas carencias.
Vemos muchas cosas y las vemos en el vecino, no las admitimos como nuestra realidad. Personas que acumulan dinero y no son felices, mientras más acumulan más miserables se vuelven, más quieren y no logran disfrutarlo – aclaro que toda regla tiene sus excepciones. Algunos se refugian en el azar, confiando a la suerte lo que deberían atribuirle al esfuerzo, o como decimos, la esperanza del pobre; lo cual no me hace sentido al escuchar de individuos que empeñan hasta el alma cuando el descontrol los conduce a caminos que en muchas ocasiones, no tienen vuelta.
¿Y qué hay del trabajo? Pues es que nos toca sobrevivir. Tal vez no estés contento con lo que ganas, con lo que haces, pero es duro salir de la zona de confort e imaginariamente construimos una jaula de la que dependemos porque peor es nada; sufrimos, nos enfermamos, nos frustramos, nos rendimos y final e irremediablemente lo aceptamos. También están los famosos workholics, pero el resultado es el mismo, llenan con largas jornadas de trabajo el vacío de situaciones más profundas.
¿Primero muerto(a), antes que sencillo(a)? O, si hay miseria que no se note. Muy clásico, muy al estilo de la canción de Rubén Blades: “plástico”. Vestidos el 1 al 10, aunque sea de imitación, no hay para comer o pagar la casa, pero se necesita acumular, tener y mientras más, mejor; si no tengo, consigo y en ese “consigo” vienen las deudas innecesarias y se encierra en círculo muy difícil de destruir.
La tecnología…mmm, claro que nos ayuda, nos facilita, pero también nos aísla. Ya no tenemos las largas y divertidas conversaciones existenciales que pretenden cambiar el mundo. Estamos tan enviciados en ella que corremos el riesgo de convertirnos en perfectos inútiles.
Por encimita, política y religión… Ningún extremo es bueno y comprobado está, vemos, experimentamos y pagamos un alto precio por el fanatismo, por la imposición de ideas que descarta la opinión o el derecho de los demás.
Y cuando de sentimientos se habla, me parece que hay quienes para vivir necesitan alimentarse de odio y lo llevan a tan grandes escalas que lejos de destruir a otros, se destruyen así mismos. Se amargan, se consumen, y lo que parece fortaleza al final les debilita, les envejece y les hace perder coherencia, perspectiva y paz. Quien no perdona, está condenado y es una cárcel perpetua.
El amor. Yo soy una enamorada del amor, pero también estoy consciente de que hay amores que matan y lo digo en el sentido literal de la palabra. Hay una estrecha línea que separa el amor de la obsesión. Múltiples son los casos. Parejas que viven bajo un mismo techo, pero que ya no comparten la cama. El abuso físico y psicológico. La dependencia económica, porque cuando el amor se acaba, aún decidiendo no amar, los intereses monetarios, la obligación o el compromiso, la costumbre y el egoísmo pueden imponerse. En esa lucha de poder, en la que nadie quiere perder, pero todos pierden (y si hay hijos es peor), vemos cómo desaparecen los límites y la cordura. Esta es una cárcel triste y dura.
Hay quienes se atreven a matar en nombre del amor, lo cual no me causa ninguna gracia. Escucho eso de “si no es para mí, no es para nadie”, “no se la voy a poner fácil”, “no tengo alternativa más que aguantar”, “lo voy a destruir o me las va a pagar”, “necesito un escape”, “busco en la calle lo que no tengo en mi casa”, “si lo(a) dejo es capaz de matarse o matarme”… Y me quedo pensando que tenemos conceptos muy diferentes de lo que es el amor. Cada quien le da libre interpretación y luce como una completa violación a ese sentimiento tan poderoso y noble. ¿Cómo es posible que después de amar tanto a alguien, seamos capaces de alimentar emociones tan feas y devastadoras? Es algo que jamás podré asimilar. Debe tener alguna connotación química cerebral, así como cuando te idiotizas al enamorarte; te puedes volver loco cuando dejas de hacerlo.
Y ni entrar en el escabroso mundo de la codependencia de los padres e hijos. Esos que quieren ver en sus retoños el éxito de sus frustraciones, que crían hijos egoístas y déspotas, incapaces de hacer cosas por su cuenta. Sobreprotectores a morir, tanto que entorpecen su felicidad… O de hijos manipuladores, que hacen sentir culpable a sus progenitores hasta el punto de que dan más allá de sus posibilidades… Amigos celosos, acaparadores, que disfrazan el amor de la amistad para sacar conveniente ventaja o provecho. Por eso siempre digo que mis amigos no son solo aquellos que están conmigo en los momentos de crisis; hay muchos samaritanos que aunque sea por lástima lo harían, pero cuán difícil es estar en las buenas y alegrarte de corazón de la felicidad ajena, porque por ahí nace alguna crítica, alguna queja, esa envidia escondida en una sonrisa aparente… Mis amigos celebran ambas cosas conmigo, son frontales, nobles, decididos.
El final se resume en miedos, vacíos, falta de fe y apegos. La vida se nos pasa irremediablemente y cuando reaccionamos vienen los lamentos tardíos. Nos aferramos a cosas y personas como si fuesen una posesión sin la que no podemos subsistir y cuando morimos, lo cierto es que no nos llevamos nada. Como dijo el padre Alberto Linero en una charla que dio hace ya rato en Panamá, en la que comentaba que en los años que tenía de sacerdocio – que supongo ha visto de todo – en los funerales la gente llora, se desmayan, no aceptan la pérdida. Unos cuantos hasta hacen el intento de tirarse a la fosa, porque saben que el resto les va detener, pero aún no ha visto el que de verdad se quede con el muerto en el hueco. Es una falacia eso de acumular cosas y amarrar personas (pareja, hijos, amigos, etc.).
No seas un reo más. Olvídate de vivir en función de complacer a los demás o del qué dirán. No temas perder, a veces hay que hacerlo para ganar. Destruye cualquier cadena que te ate y te impida ser feliz. Rompe con las estadísticas o los paradigmas. No dejes que la sociedad te imponga, ¡vive!
Cada quien conceptúa la felicidad de forma diferente, pero generalmente se traduce en paz interior, armonía, esa tranquilidad de poner la cabeza en la almohada en santa calma. Si no ves salida, pide ayuda, que eso no nos hace cobardes, por el contrario, hay que tener mucho valor para aceptar que hay situaciones que debemos resolver y no podemos solos, pero recuerda que aunque sobren quienes nos quieran colaborar, la voluntad es interior y en el interior está Dios. Yo sufro de pena ajena, pero no propia, así que cuando digo “intervención Divina”, es porque necesito directrices y nunca falla. ¡Sí puedes llevar una vida mejor sin esa cosa o sin esa persona! Redirecciona esa fortaleza para destruir, en pasos para construir ese mundo interior pleno que todos buscamos.
Cada quien conceptúa la felicidad de forma diferente, pero generalmente se traduce en paz interior, armonía, esa tranquilidad de poner la cabeza en la almohada en santa calma. Si no ves salida, pide ayuda, que eso no nos hace cobardes, por el contrario, hay que tener mucho valor para aceptar que hay situaciones que debemos resolver y no podemos solos, pero recuerda que aunque sobren quienes nos quieran colaborar, la voluntad es interior y en el interior está Dios. Yo sufro de pena ajena, pero no propia, así que cuando digo “intervención Divina”, es porque necesito directrices y nunca falla. ¡Sí puedes llevar una vida mejor sin esa cosa o sin esa persona! Redirecciona esa fortaleza para destruir, en pasos para construir ese mundo interior pleno que todos buscamos.
Bendiciones,
GG
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