ü Nunca desde de tener dudas. Cuando las dudas dejan de existir es porque te detuviste en tu camino. Brida – P. Coelho
ü No menos que el saber me place el dudar. Dante Alighieri (1265-1321), escritor y filósofo italiano.
ü La inteligencia nos fue concedida para dudar. Emile Verhaeren (1855-1916), poeta belga.
ü Me convencí de que dudar de todo es carecer de lo más preciso de la razón humana, que es el sentido común. Jaime Luciano Balmes (1810-1848), filósofo y sacerdote español.
ü Creemos, sobretodo porque es más fácil creer que dudar, y además porque la fe es la hermana de la esperanza y de la caridad. Alejandro Dumas (1803-1870), escritor francés.
ü La duda en el amor acaba por hacer dudar de todo. Henry F. Amiel (1821-1881), escritor suizo.
ü Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas. René Descartes (1596-1650,) filósofo y matemático francés.
En el contexto general de las leyes, se conoce algo como “la duda razonable” que en palabras sencillas vendría siendo un principio, que obliga a que las pruebas sometidas al juicio para establecer la responsabilidad penal del imputado, sean lo suficientemente convincentes, claras y legales, que no den cabida en el juzgador a ninguna duda sobre su responsabilidad. Este principio está unido al principio de inocencia y a la obligación del acusador de presentar las pruebas incriminatorias ajustadas a los requerimientos señalados en la ley y al juzgador a valorarlas no solo conforme a los requerimientos, sino apoyado en la sana crítica.
Ésta es una referencia de quien no ha estudiado derecho, pero veía Ally McBeal y otras muchas series sobre abogados, locos y demás.
Para provocar la inspiración, busqué frases célebres, sin considerar que encontraría un vasto surtido de perspectivas de los grandes pensadores, sabios, científicos y personalidades terrenales de todos los tiempos. De alguna manera me satisface, pues eso indica que “todos dudamos” y que dudar es sano.
Me temo que la traicionera duda es prima hermana de la decisión y como buen familiar puede aparecer antes, durante o después de que asumimos los retos. El día puede arrancar con la sencilla duda de si nos paramos de la cama o se puede complicar con pensamientos como invertir o no, aceptar/ rechazar o no, casarme/ divorciarme o no, vivir/morir o no, abortar/ tener hijos o no, renunciar/luchar o no, ir o no, etc., etc., etc. Nos hace replantearnos el camino, total, nadie es dueño de la verdad absoluta.
Como hay colores, hay dudas, sin dudarlo. Aunque creo en la regla básica de que ningún extremo es bueno (creerlo todo o dudar sobre todo). Entre las peores cosas que nos pueden ocurrir, definitivamente está el hecho de dudar en destiempo, porque es una situación que martiriza y entorpece. En el momento preciso, sin embargo, nos permite investigar, aprender, analizar, corregir, evitar, proponer, escapar, recapitular, planear, romper, salvar, aclarar, orientar o “decidir”. Mal llevada, puede llegar a ser mortal para nuestra mente, para nuestra seguridad e integridad física, espiritual o emocional, y en cadena, también para la de otros. Nada de “tal vez si…”, duda y resuelve de una vez, que si en la marcha no sale como necesitabas, siempre habrá una alternativa, más no te quedes con la duda. Tampoco lo de “me estará traicionando otra vez…”, perdona y aprende a vivir con ello, o corta con eso y busca paz. ¿Seré capaz? Demuéstrate que lo eres, si vale la pena (y no perjudica a nadie). Jamás debe convertirnos en reos, sino dar a lugar actuaciones concretas.
De las dudas han surgido muchos inventos, muchas teorías, pero también conflictos y guerras, y lo digo en el amplio sentido que le compete. Nos puede ayudar a alcanzar el éxito o la derrota. Cuando se me presentan serias dudas, sé que implícitamente también he de plantearme opciones y por ende “decisiones”. No puede quedar allí, siempre sirve para propiciar una acción, que supone un bienestar o una alternativa viable para lo que acontece. Hay que dudar de quien da por sentado todo, porque carece del menos común de los sentidos: el sentido común. Algunas frases populares, ideales para quienes de vez en cuando dudamos: “no todo lo que brilla es oro”, “el que busca, encuentra” o “duda y acertarás”.
En proporción a nuestros dogmas, hasta en eso se generan dudas. Nuestro instinto humano en algún momento nos hará caer en esa crisis existencial de querer explicarlo y conocer todo – saludable – si al final, tienes en qué o en quién creer. Nos inquieta saber o no saber, profundizar, descubrir y eso muchas veces se alcanza a través de la duda.
No sé si a veces es aliada o traicionera, pero conozco de primera mano los efectos directos y colaterales al igual que muchos. No siempre tendremos todas las respuestas, no siempre seremos asertivos al dudar, pero en la ruta de la vida, así como es sabio callar, lo es también dudar. Y cuando estamos en un aparente laberinto cargado de dudas, nos sorprenderemos de todo lo que buscar en nuestro interior puede lograr.
Cierro con una línea de la oración de San Francisco de Asís: “donde haya duda; ponga yo la fe”. Señor, haznos siempre un instrumento de tu paz.
GG
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