jueves, 30 de agosto de 2012

Los locos somos más

Ø  Ninguna vida está completa sin un toque de locura. 
Ø  Sal del confort y ve en busca de tu reino. Todos lo que se lanzan en busca de su reino saben que no van a encontrar nada de eso, solo desafíos, largos periodos de espera, cambios inesperados o, lo que es peor, tal vez no encontrar nada.
Ø  Si buscamos algo, ese algo también nos está buscando.
                                                                                  Aleph – Paulo Coelho

No voy a entrar en el peligroso terreno de la política, por si eso pensaban.  No me gusta meterme en meollos teológicos, ni políticos. Pero quiero que el fin de semana esté lleno de optimismo y buena vibra.

¿Qué es lo más loco que has hecho en tu vida? ¿Qué es lo más loco que quisieras hacer? ¿Qué te lo impide?  Que conste que la locura es relativa y lo sé porque he tenido buenos maestros que me enseñaron el arte de fingir demencia. Obviamente, no hablo en el sentido literal de las enfermedades degenerativas de la mente.  Todos en algún momento necesitamos un sorbo de locura para romper con la rutina (en otro momento hablaré de eso).  Todo eso que trasciende a nuestros paradigmas y que pareciese una soberana tontería o un simple riesgo, puede entrar en la categoría de locura.  Y aquí en Panamá hay muchos osados… Desde esos que se van a carnavalear con US$5.00 en el bolsillo (lo vi, nadie me lo contó), hasta los que nos toca agarrar un volante en el tráfico capitalino. ¿De locos no?  Necesitamos poner arco iris a nuestro panorama, pero a veces, más que pasteles, requerimos de rojos aguerridos, naranjas intensos, verdes impactantes…

¿Duro salir de la zona de confort?  De esa relación que ya no nos deja crecer y lastima nuestra dignidad;  de esa carrera que tomé por complacer a otros, pero que no llena mis expectativas;  de ese trabajo que me abruma y hasta mal me pagan; invertir el poco dinero que tengo en algo que puede o no dar resultados; renunciar a las comodidades; dejar de comer esos alimentos que me están matando de a poco; soltar mis apegos; dejar de vivir de apariencias… ¿Miedo no? Pues la realidad es que si no damos el paso, nunca sabremos si hay algo mejor.  No veremos las puertas que se abren, las oportunidades pasarán de largo y no sé si es la forma aparentemente cómoda como queremos vivir… Y todo lo que están pensando ahora para justificar lo que están leyendo, son solo “excusas”.

Vida = aprendizaje. Lo digo y lo repito para que incluso a mí se me grabe en el subconsciente.  El aprendizaje implica búsqueda. Somos curiosos (en diferentes escalas y de acuerdo a nuestra personalidad), pero coincido con el autor.  Eso que estamos buscando, también nos busca… Salgamos pues al encuentro.

Tres frases, una idea. Hey, para salir de la zona de confort, hay que tomar decisiones y de eso ya hemos conversado, toda decisión conlleva una responsabilidad y tiene su dosis de locura, al menos la necesaria para hacer de la vida un rico cóctel de emociones.  Eso que quieres, te espera, y como dice mi mamá, no irá a tocarte a la puerta… Da el paso, HOY es tu momento.  Tú eres el protagonista, tú lo escribes, y el artefacto que utilices para hacerlo, tiene borrador, así que si las cosas no salen del todo bien, hay la oportunidad de reescribir y compensar. Está con quien quieres o donde quieres estar, decide por ti, suelta lo que te ata, y como dice San Agustín, ama y haz lo que quieras.

Tarea para este fin de semana: dale unas gotas de locura a tu vida.

¡Concéntrate!

Hay dos reflexiones que quiero traer a colación hoy.  Una que habla sobre “viajar” y otra que nos enseña sobre el “tiempo”.  A veces  me pregunto para qué suceden ciertas cosas y a medida que transcurre mi camino, observo con gratitud que todo tiene su momento, su por qué y por supuesto, su para qué.  Este año he leído interesantes obras literarias y a pesar de que tengo varios meses de haber recibido como regalo “Aleph”, escrito por mi queridísimo Paulo Coelho, por una u otra razón siempre lo postergaba.  No puedo evitar sonreír mientras escribo estas líneas porque las cosas que aquí leo, me tenían que ser reveladas justo ahora, ni un minuto antes, ni uno después. 

Como siempre son líneas repletas de sabiduría, así que aunque aún no lo termino, me atrevo a recomendarlo.  Los próximos días, las citas las sacaré de allí porque sería muy egoísta de mi parte guardar las observaciones solo para mí. 

ü  Viajar nunca es una cuestión de dinero, sino de coraje.  Nuestra vida es un viaje constante, del nacimiento a la muerte.
ü  Hay solo un momento presente, el AHORA.  El tiempo no se mide como se calcula la distancia entre dos puntos. El “tiempo” no pasa. El ser humano tiene una gigantesca dificultad para concentrarse en el presente; siempre está pensando en lo que hizo, cómo podría haberlo hecho mejor, cuáles fueron las consecuencias de sus actos, por qué no actuó como debería haber actuado.  O si no se preocupa por el futuro, por lo que va a hacer mañana, qué providencias debe tomar, cuál es el peligro que le espera a la vuelta de la esquina, cómo evitar lo que no desea y cómo conseguir lo que siempre soñó.
“No es lo que hiciste en tu vida pasada lo que afectará el presente. Es lo que haces en el presente lo que redimirá el pasado y, lógicamente, cambiará el futuro”.

Viaja – Aquello de viajar, me recuerda mi aventurita de hace pocos días al DF.  Sin dinero y sin destino fijo… Con intenciones de muchas cosas que no se concretaron, pero todo eso por lo que el Universo conspiró para que tomara ese avión, a ese lugar, valió la pena.  Yo no soy supersticiosa y los que me conocen, lo saben. Sin embargo, puedo decir con mucha propiedad que el llamado vino de algo o alguien superior a mí, y solo supe que estaba en el lugar adecuado cuando entré a la Basílica de la Virgen de Guadalupe.  No fui por un milagro, aunque llevaba en mi memoria las peticiones de muchos… Llegué por una legítima convicción de que debía ir y cuando el Master Commander llama, siempre acudo, pase lo que pase.  Las otras cosas, las otras intenciones, pasaron a segundo plano.

No hay mejor placer que el de viajar. Transporta el cuerpo, la mente, el alma, a lugares nuevos.  Y como dice Coelho, es mucho más que una cuestión de recursos.  Viajar alimenta el espíritu, nos regala vivencias y nos permite el encuentro con nuestro YO.  Así que sea que viajes a Capira, a China, o tengas un largo viaje mientras duermes, disfruta, aprende y crece.

Concéntrate – Desde hace casi 4 años, vengo diciendo que vivo hoy y no es tarea fácil.  Ayer ya pasó, no lo puedo alterar y mañana no tengo la garantía de estar viva.  Hoy es el día, es la oportunidad para escribir lo que quiero.  “Hoy” redime mi pasado porque de esas experiencias soy quien soy, cambia mi futuro porque me esmero en ser mejor ser humano.  Hablo en primera persona porque lo hago desde mi propia vivencia, pero me pongo en tu situación porque para todos es casi igual, solo se ajustes los matices y los personajes. Desde los 35 años celebro cada día y por supuesto cada cumpleaños. No creo que el 15 años sea más especial que el 38 que voy a cumplir en noviembre, pues cada año concedido es una completa bendición y celebrar no se refiere siempre a una parranda, sino al simple hecho de sentirme feliz con la vida y compartir eso con quienes quiero. 

Como mortales, estamos en una búsqueda incesante, pretendiendo respuestas, inventando preguntas, a veces sin tener el sentido preciso de lo que hacemos en este mundo… ¡ENFÓCATE, CONCENTRÁTE!

En el DF fuimos a ver una película, cuya trama ya se me parecía a tantas otras que he visto. Lo chistoso o diría yo que lo valioso de ese lapsus de esparcimiento fue un comentario que hice sobre el protagonista, quien tenía una escultural y bien definida figura, a lo que mi anfitriona también suspiró y su amado (al otro extremo) solo dijo: ajá, pero “esto (refiriéndose a él), es lo que hay”. Ambas sonreímos, aunque la descripción justa es que soltamos la carcajada.  ¡Es verdad! Me gustaría uno con sixpack, pero mi hoy tiene muchos matices, no es eso lo que va llenar mi corazón, ni complementar mi existencia, es quizás una ilusión óptica de lo que todos queremos: un poquito de perfección y por aprendizaje lo asociamos con la belleza.  Pregúntate tanto en el sentido literal como en el subjetivo, si tienes ese sixpack (abdominales bien definidos), lo que te ha costado y si no, por qué no… Es una analogía de nuestro caminar.  Aceptar lo que hay y hacer maravillas con eso porque nunca será una limitante si nos llenamos de voluntad y coraje.

Por ende, dos sencillas conclusiones:
1.    Si quieres viajar, hazlo.  Así como me pasó a mí, el Universo siempre va conspirar cuando deseas algo.  Si no lo has hecho, no sabes de lo que te pierdes. Son memorias que nadie te puede arrebatar, un jardín de instantes mágicos guardados en tu interior, llenos de sabiduría que nunca caduca.
2.    Vive hoy.  Escribe tú ahora, esa es la única diferencia que tienes para hacer que tu vida sea mejor.  Lo bueno de los errores es que siempre los puedes corregir o emparapetar (al estilo panameño), puedes pedir perdón y seguir.  No te afanes con el mañana.  Deja de sobrevivir y VIVE.

Bendice y serás bendecido.  La luz les ilumine y el brillo permanezca en ustedes.

miércoles, 22 de agosto de 2012

¿Vivir o morir?

“Nuestra vida es un viaje constante, de nacimiento y muerte. Cambia el paisaje, cambian las personas, las necesidades se transforman, pero el tren sigue adelante.  La vida es el tren, no la estación.”

“Cuando la insatisfacción no desaparece fue puesta ahí por Dios con una única razón: hay que cambiarlo todo, seguir hacia delante.”
                                                                                              Paulo Coelho

Estas líneas del autor, parecen haberlas sacado de mi mente.  Eso que siempre digo sobre el continuo aprendizaje y crecimiento. 

¿Nacer y morir? Más que cierto.  Algunos le llamarán “cerrar capítulos”, pero lo cierto es que estamos en continuo proceso de resurrección.  Alpha y Omega.  Si no lo logramos por las buenas, generalmente la vida igual te lo va enseñar por las malas. Eso que piensas que atraes y no te hace feliz (de la índole que sea), ese círculo que no logras romper, es porque sigues sin aprender la lección, así que se mantendrá o se repetirá innumerables veces hasta que aprendas lo que te corresponde.

No sé en qué punto estés en este momento, si naces con o del dolor por una pérdida, naces ante un nuevo reto, naces con renovado espíritu, naces de la fortaleza que solo tienes en tu interior, naces solo al abrir los ojos, lo cual ya es un milagro; o, si mueres… De frustración, de rabia, de tristeza, de impotencia, de miedo, de dolor… Lo que sí puedo asegurar es que es un ciclo, que la mayoría de las veces plantea decisiones duras.  Unos nacen, otros mueren, es regla de oro, incluso para nuestro camino de la vida. 

Desde donde he tenido vivencias, no solo las necesidades se transforman, sino también la perspectiva con que las miras.  Todos, en un momento dado tenemos eso que llamamos: crisis existencial.  Donde lo cuestionamos todo, desde cómo se creó el universo hasta que hago yo en él. A muchos nos da por leer, aprender un poco de teología, vemos la realidad con una descarada mirada absurda y pasan muchas cosas…

Hay quienes dejan de creer en Dios porque para ello hace falta tener FE y esto no es más que creer en algo que no se ve (a lo que muchos no están dispuestos); con ello viene el cambio de religión o la abstención a la misma, esto en la parte espiritual… En la parte física comprendemos que somos lo que comemos, y tenemos el valor de romper malos hábitos… Algunos lo logran, otros les da igual (hay que comer y disfrutar, puede ser la consigna). Quizás nos cuidemos un poco más u ocurra a la inversa, ¿ya para qué cuidarme tanto? En el plano emocional, ya no vemos el amor igual con el riesgo de no creer en este sentimiento o cualquier otro de origen noble, ni en que puedo recibirlo, ni en que puedo darlo. Hay algo de desconfianza y escepticismo.  Nos planteamos vivir efímeramente con lo que venga y con quien venga, sin compromiso porque no quiero que nadie me perturbe, no quiero sufrir.  Puede incluso que nos volvamos “egoístas” (más de lo normal), y no está basado en que mi YO sea prioritario porque es mi manera de ser mejor. NO.  Es egoísmo absoluto mezclado con envidia, donde creo que todo debe ser para mí porque me lo merezco más que cualquier otro y ya dejo de tener cierta sensibilidad con el prójimo y con las cosas que realmente tienen valor.  El ego se impone.  Una de dos, o desarrollamos mejor el instinto primario de supervivencia o deambulamos como zombis por ahí.  Intelectualmente, somos como la esponja, habidos de más y cuanto más creemos saber, menos sabios somos.

No todo es malo, hay gran cantidad de aves fénix.  Nadie la conoce, pero sabemos que existe (o eso creemos), para resurgir entre las cenizas.  Ser mejores padres, hijos, profesionales, personas… Me parece, para no hablar en primera persona, que hemos visto un poco de cada cosa o lo sospechamos, cuando vemos ese alguien tímido que ahora está cargado de un aura magnéticamente agradable; cuando ese(a) reprimido(a) pasa a ser guerrero con voluntad (aunque no tenga la fuerza)… Más panameñizado, ése que tomaba y ya no lo hace; aquel que era hp y ahora luce como ángel; que no hablaba y ahora tiene una conversación encantadora. Ya sabemos que detrás de eso siempre hay un por qué y/ o un para qué.  Todos cambiamos constantemente.  Para mí, la mejor transformación es esa que nace de nuestra necesidad y no por imposición de personas o circunstancias, pero si se da, también vale.

La vida es el tren, no la estación.  Y si la insatisfacción no desaparece es por algo.  Sabias líneas. Si vives, sobrevives, mueres o estás en agonía, algo sí digo con propiedad: la respuesta está dentro de ti.  Eso que llaman consciencia, sexto sentido, intuición, energía, lo que sea, la respuesta y la pluma para escribir el resto de la historia, la tienes tú.   

¡Ánimo! Cambien el paisaje, las personas o las condiciones, mira de frente con brío incesante, con ganas locas como lo hacen los niños. ¡Atrévete! a empezar, a cambiar, a nacer. 

lunes, 20 de agosto de 2012

¡Decidir y aprender!


  • El aprendizaje es un simple apéndice de nosotros mismos; dondequiera que estemos, está también nuestro aprendizaje. William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.

  • En cualquier momento de decisión lo mejor es hacer lo correcto, luego lo incorrecto, y lo peor es no hacer nada. Theodore Roosevelt (1858-1919) Político estadounidense.

  • Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer. Paulo Coelho (1947-?) Escritor brasileño.

  • Cuando tiene que decidir el corazón es mejor que decida la cabeza. Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) Escritor español.

  • El hombre que pretende verlo todo con claridad antes de decidir nunca decide. Henry F. Amiel (1821-1881) Escritor suizo.

  • Sólo una cosa es más dolorosa que aprender de la experiencia, y es, no aprender de la experiencia. Laurence Johnston Peter (1919-1990) Profesor y escritor canadiense.   

  • Cada fracaso le enseña al hombre algo que necesitaba aprender. Charles Dickens (1812-1870) Escritor británico.

Continuamente me parece comentarles que la vida es un completo aprendizaje que nos da la oportunidad de crecer como seres humanos.  Hoy busqué frases célebres que hablan sobre “decidir y aprender”.

Así como cada día trae sus instantes mágicos, también es un cúmulo de decisiones y aprendizaje; si lo observan objetivamente tomamos muchas decisiones por simples que parezcan… Desde qué queremos desayunar hasta qué proveedor escoger, por poner ejemplos.  

Decidimos porque podemos, porque tenemos la potestad de asumir la actitud que queremos tener frente a la vida y a las circunstancias.  No se trata de mala suerte, de “no pedí vivir esto o no me lo merecía”, no es dependencia de otros, es una acción que elegimos con libre albedrío. Importante: no es lo que esa persona me hizo o lo que esa situación me dejó, es lo que yo permito y punto. Para ser más precisa, si alguien a quien quieres, te ofende (con o sin intención), tu decides la actitud que tomas frente a ello; puedes llorar y tomártelo a pecho, puedes explotar y devolverle con la misma moneda, puedes callar y considerar que lo que dijo es un reflejo de sus carencias, puedes reírte de su ridiculez, etc. Todo depende de la manera en que lo quieras ver porque al final, estamos llamados a ser felices. 

Suelo decir que “lo que es, está escrito” porque tengo convicción en ello.  Sin embargo, hace poco recibí un comentario discrepante que me da otra perspectiva muy real y práctica: yo soy artífice de mi libro, por ende, lo escribo, lo edito y lo reescribo… Tengo la facilidad de darle la vuelta a la historia según mis necesidades.

Obviamente hay decisiones más difíciles que otras: aceptar nuevos retos, casarme o divorciarme, renunciar o seguir, olvidar o recordar, vivir o morir, odiar o amar, aceptar o soltar.  Solo tú sabes la complejidad de tu propia vivencia. Pero ojo, que las peores se toman en los momentos de desesperación o enojo, hay que buscar el equilibrio (mente sobre cuerpo).

He aprendido (voy a usar mucho ambas palabras así que puede que suene redundante) a las malas, más veces de las que me gustaría admitir, que hay que tomar decisiones.  Prefiero arrepentirme por  lo que hice (porque siempre tendrá remedio, recuerden que yo escribo mi libro), a que la vida pase y mire hacia atrás preguntándome qué habría sido, si tal vez… Los “hubiese” no valen porque el tiempo corre y es implacable.  Hay decisiones que pesan, y curiosamente son las que nos dejan más enseñanza, nos hacen crecer y ver todos los matices de nuestra existencia.

El aprendizaje nos deja enseñanza.   Me tomo una frase que dice que “es como nadar contra la corriente, cuando dejas de hacerlo, retrocedes”.  Es un proceso constante con la que se cosechan experiencias.  Dice otro dicho que el problema no es tropezar, si no que te guste la piedra.

Al final de la jornada es bueno preguntarse, a pesar de la rutina, qué aprendí.  De una situación, de una persona.  Cuando se trata de lo último, es muy sano agradecer esa gotita de sabiduría.

Para finalizar, solo puedo ofrecer lo que soy capaz de hacer: “decidan hoy, den el paso y aprendan”.  Si nos equivocamos, es la gran oportunidad de replantear y ser creativos, poner a prueba nuestra voluntad y valor.  Hagan limonada, si del cielo llueven limones (es rica y alta en vitamina C). Amen y hagan lo que quieran.  El límite es el Universo que es infinito.

Después de este breve receso en el que no les había podido enviar nada, les mando desde el DF, México, muchas bendiciones y una excelente semana.

martes, 14 de agosto de 2012

Vencer el miedo...

  • Muchas veces siento miedo. Y aún así, cuando es necesario, sigo adelante y me enfrento a todo.  La bruja de Portobello – P. Coelho.
  • El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma. Aldous Huxley (1894-1963) Novelista, ensayista y poeta inglés
Estas frases son célebres porque se explican por sí solas.  A diario nos enfrentamos a muchos miedos, desde los más tontos y aparentemente inofensivos hasta aquellos que nos privan del placer de vivir:  a la oscuridad, a la soledad, al fracaso, a sufrir, al dolor, a amar o al desamor, a la deslealtad (o infidelidad según el caso), a morir, a vivir, al rechazo, a invertir, a tomar decisiones importantes, a salir de nuestra zona de confort para dar un paso postergado, miedo a arriesgar, a hablar o a callar… Incluso hay personas capaces de inspirarnos temor…

He estado digiriendo esto desde anoche, planteándome alternativas reales (para que luego no digan que es más fácil decir que hacer y que no sé de lo que hablo), para enfrentar este sentimiento tan humanamente real. Concluyo:
  1. Lo primero es aceptarlo.
  2. Asumirlo.
  3. Enfrentarlo y la única forma de hacerlo es con voluntad.  Si me da miedo las alturas y no empiezo escalando de poco a poco, jamás lo venceré.  Esto no es un acto de milagro, es una cuestión de fortaleza, voluntad y fe en sí mismo.
  4. Si me cuesta el 3, entonces, también debo reconocer que necesito ayuda.  No poder hacerlo solo, no significa que soy débil, si no que tengo el coraje para buscarle remedio a mi situación.  Y me puede ayudar desde mi perro (son excelentes guías y terapistas) hasta un profesional de la medicina (y OLVIDEN eso de que los psicólogos o los psiquiatras son para locos – recuerden que las fobias también se basan en miedos). Cada quien decide la fuente de ayuda (personas, libros, naturaleza, etc.), solo procuren elegir bien para no empeorar la condición.
  5. Vencer.  Así como cada día trae su instante mágico, también trae sus conflictos. Darle vuelta al asunto, es solo hacernos pendejos.  Puedes viajar a China y ese miedo se irá contigo, como un problema del que no puedes escapar.
Se me hace que los miedos físicos, son menos dañinos en la escala (a menos de una enfermedad comprobada), que los miedos emocionales, esos que nos carcomen desde adentro y pueden apagar nuestra luz interior, nuestro brillo exterior.  Aún a pesar de pedir ayuda, por principio fundamental, el cambio o la decisión hacia ella, depende enteramente de cada quien, no importa cuánto te quieran ayudar, si no pones de tu parte, será infructuoso. 

De pequeña, tenía miedo a la oscuridad y a dormir sola, y lo vencí luego de muchos trasnochos, llantos y angustias.  Ahora necesito de ésta para interiorizar, meditar, pensar y sobre todo cuando me dan esos ataques de migraña (qué miedo, ja,ja,ja…).  Conforme crecemos, nuestros demonios interiores se encargan de alimentar miedos más profundos.  A perder, a ganar (por lo que eso implique), a soltar (apegos).  La realidad debe permitirnos pisar fuerte y en tierra.  Para el miedo = VALOR.  Que esa sensación que invade y aprieta nuestro vientre o nuestra garganta, no nos impida caminar de frente y erguidos.  Hoy les deseo mucha voluntad.  Que el Universo conspire para vencer. ¡Atrévete! Bendiciones,

No olviden dejarme sus comentarios.
GG

sábado, 11 de agosto de 2012

Cuando decides amar

Cuando decides amar (2010)

Prólogo
Originalmente pensé llamarle a este documento “cuando el amor duele”, pero no quería ponerle un tono tan dramático y menos parecer una resentida social.  Siendo que el amor es un tema muy profundo y amplio, sólo le daré un par de vueltas enfocada en algunas de las cosas que se viven a diario, no solo las que me han tocado en carne propia, sino a través de anécdotas ajenas.

El amor es amar dice la canción
Aunque soy católica de nacimiento, me confieso con muy poco de romana, apostólica y casi nada de Sor Teresa de Calcuta y como muchos, tengo mis deslices soñadores, pero procuro que no se me haga el constante llamado al globo terráqueo, porque a más lejanía, más nos cuesta aterrizar, así que utilizo todos mis mecanismos sensoriales (incluso los extra) para mantenerme firme en tierra.  Traigo esto a colación porque desde siempre, y sin ser tampoco muy estudiosa de la biblia, me ha gustado Primera de Corintios 13: El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta.

Válgame Dios, si los que hemos pasado por un altar, reconociéramos el valor absoluto de estas palabras, nos tocaría hacer novenas, rosarios y mandas de por vida, sólo para aceptar que quizás en algunas ocasiones, el amor que conocemos es bastante egoísta, envidioso y muy fácil de sugestionar para caer en la tentación.

Pero cuando nos decidimos a amar, entiéndase el amor a los padres, a los hijos, a la familia, a los amigos, al trabajo, a las mascotas, a la vida… no hay poder sobre esta faz que nos haga desistir en el intento, es una donación constante de entrega total.  Trato de hablar en una perspectiva real, que probablemente no sea la mía en estos momentos y no pretendo ser idealista, quiero utilizar la realidad y la practicidad.  El amor primario empieza con una alianza con la fuerza suprema, muchos le llamamos Dios y según la religión o la concepción, cada quién le pone el nombre que quiera, muy convencido de que hay algo superior a nosotros que nos permite existir y ahí vamos, descubriendo en el aprendizaje continuo la razón o el propósito de estar, sin olvidar que somos a imagen y semejanza así que llevamos esa fuerza por dentro. Ese sentimiento primario viene ligado como cordón umbilical al amor propio, amar la totalidad de nuestro ser.

Me gusta pensar que el amor fuera de la biblia, es un sentimiento noble que trasciende tiempo, distancia y barreras, que se da en cuerpo, mente, espíritu y alma.  Lo he visto y por fortuna lo he vivido. Y sin temor a la equivocación, el amor también nos hace llorar, de dolor o de alegría, de rabia o de satisfacción, y produce sentimientos alternos e intensos que se transforman con el tiempo, si no pregúntenle a la madre que acaba de perder un hijo; a la esposa(o) que acaba de perder a la pareja, al cristiano que perdió el trabajo que tanto le apasionaba y por el que entregó los mejores años de su vida o a quien perdió a su amigo fiel de cuatro patas… Hay mucho de amor en esas circunstancias y también bastante de lágrimas…  Y si lo ponemos al revés, en el padre que acompaña al hijo al acto de graduación, meta ésta que supuso esfuerzo y sacrificio de ambos; el abrazo de un ser querido luego de tiempo de no verse; perdonar o pedir perdón.  Sobra amor y lágrimas también.  

Ejemplos habrían muchos: la impotencia del amigo por no poder ayudar económica o emocionalmente al otro; el sufrimiento por el amor que murió; la dolencia de los padres cuando a pesar de los esfuerzos un hijo no logra ser buena persona y que a veces visitarlo en prisión es mejor que visitarlo en el cementerio; cuando nuestra propia crisis interior nos lleva a tomar decisiones equivocadas que dañan a otros y a nosotros mismos…

“Amar es una decisión”.  Por encima de los problemas, porque estos nunca nos abandonan ya que son parte del crecimiento y para valorar lo que hoy tenemos nos toca perder tangibles e intangibles en el camino.  Quien ama de verdad no ve los defectos en el ser o circunstancia amada y aunque los vea, continúa amándola (palabras mayores). Es muy duro considerando que hemos sido programados bajo una sociedad que ve en los sentimientos nobles un obstáculo para llegar a las metas supuestamente gratificantes, donde llorar es símbolo de debilidad, donde dudamos hasta la paranoia, donde equivocarse a veces se paga caro o peor, no se paga según sea el caso; donde decir te amo o expresarlo da pena o está pasado de moda porque el consumismo nos da la opción de demostrarlo con regalitos que compensan el tiempo o un abrazo. Una sociedad que desecha los problemas y siempre le saca vuelta creando otro peor, pero dice “no hay problema”.

Como dicen los mexicanos, “no me hago tonta”, el amor y las relaciones que lo conllevan no son fáciles, más si peleamos contra la rutina y el poder de la costumbre –¡vaya tarea!, y si se está decidido siempre encontramos las herramientas como “McGiver” para solucionar lo que sea que parece imposible.  O como dice Monseñor J. D. Ulloa: “aunque me engañen  mil veces, seguiré creyendo en los seres humanos”.

Ideal sería que el amor terrenal fuera tan ilimitado como el canino porque es fiel, leal y filial. No importa de qué humor llegues a la casa (para los que somos perreros), ese entrañable amigo siempre te espera con una sonrisa, una colita alegre y un abrazo sincero. Digo yo, como los locos, mientras más conozco la humanidad, más quiero a mis perros. No hay una forma ideal de hacerlo, de expresarlo, de recordarlo. Pareciera que hay amores que quedan grabados en el alma, hay amores que dejan un sabor amargo o muy dulce, amores que perturban, amores que asfixian, que llenan la vida múltiples colores, los hay prohibidos o alegóricos y sí, hay amores que duelen. “Pero” son las circunstancias y no el sentimiento en sí lo que le hace intensamente feliz o terriblemente doloroso.

No hay nada de mariposas en el estómago, estrellitas en la cabeza, ni insomnio ansiosos, si tienen el primero es una indigestión segura, si pasan por lo segundo es por un golpe mal dado y para lo tercero búsquense un psiquiatra. No se muere por amor o te vuelves loco por amor, eso pasa precisamente porque no nos amamos lo suficiente.

Lo básico de amar es lo positivo que ese sentimiento puede inspirar o sacar de ti en tus peores momentos. Lo que eres capaz de dar sin esperar (pero seamos honestos, todos esperamos algo).  Lo que no harías porque no desearías que te lo hicieran y aceptar, porque el amor no se obliga, no se compra, no se impone (ni siquiera entre las mascotas).  Para que el amor viva, siempre va necesitar ir de la mano con el perdón en el ejemplo que queramos poner y del color que sea lo que sentimos, el amor implica perdón.

Y de la pasión, imagínese, es la cerecita del pastel, la batería, el motor, la cosa deliciosa que nos hace vivir intensamente el amor cuando está en su máxima expresión. Igual me puedo comer un pastel sin cereza y disfrutarlo, y no hay batería o motor que dure inagotablemente, nuestros abuelos nos pueden dar cátedras de eso y el que trabaja porque lo necesita también, aunque siempre es mejor contar con una pizca de pasión para sentir explosión de sensaciones satisfactorias en todo lo que hacemos y amamos.

Alguna vez me dijeron: es que tal vez no sé amar. A veces confundimos el “gustar”, con el “amar”. En algún momento he leído que amar de verdad es perdonar “setenta veces siete”, ¡wao!, con lo intolerante que nos hemos convertido, eso es un verdadero reto. Nuestra excusa para justificarnos en pleno siglo XXI es que las circunstancias años atrás eran otras, ¿a quién queremos engañar? Para amar no se necesita un manual, el amor fluye como la química o lo hacemos nacer como una planta, eso lo pueden decir con propiedad los padres e hijos en adopción o los amigos que son como hermanos cuyo vínculo no tiene nada de sanguíneo. El amor  no se mide, no se cuantifica, se da, se vive, se disfruta, se abraza con fuerza y se defiende con propiedad. Y lo trillado que siempre escuchamos: no esperar a no tenerlo para extrañarlo, no esperar la muerte para expresarlo.
 
Cierro recordando que amar a Dios y al prójimo como a uno mismo, es la frase más atinada que me enseñaron desde que era pequeña y Dios sabe que no es fácil, pero tampoco es imposible. Por cada error que cometemos en nombre del amor, hay la oportunidad de regalar el doble de bendiciones. Amar como si fuera la primera vez, cada día, cada persona, cada situación, nuestra tierra y a nosotros mismos. Es la forma de ir cultivando amigos, compañeros, enamorado(a), cónyuge, recuerdos memorables que nos inmortalicen para la prosperidad.

Con olor a enredo

Con olor a enredo
Llevo días pensando en qué lugar, cosa o situación describir que me fuera familiar, amigable e interesante, considerando que es muy poco lo que salgo en la ciudad y que lo que a mí me pudiese llamar la atención sería un completo desquicio para muchas personas…No sé por qué me complico, si mi abuela siempre me dice que para gustos están los colores.
¡Válgame Dios!, si no hay nada mejor que la rutina, el bullicio de la calle, lo interesante de la gente, el entretenido paisaje… ¿Cómo no lo pensé antes, si pierdo tanto tiempo camino a la casa, cada santo día?  Nada más perfecto que hablar del apoteósico regreso a casa atravesando la calle 50.
Día 1
Es viernes. Para no ser quincena, desde el ventanal de mi oficina la calle se ve un poco saturada y a 100° a la derecha la bahía está serena. No sé qué es peor, si tener que subir o bajar el estacionamiento, cuya estructura de caracol es un ataque seguro de migraña o tener que madrugar cada día para conseguir un lugar cerca de la oficina con grandes probabilidades de recibir como premio una boleta. Me mentalizo y me acostumbro.
Salgo por la rampa, se asoma el inmenso cielo celeste con nubes blancas como pelos de borrego y voy a mi aventura regular rezando para que el tráfico sea apacible y se abra frente a mí como el mar Rojo para el pueblo israelita cuando fue guiado por Moisés. El semáforo no se hace esperar y entro al zoológico cincuentero. Me transformo para imaginar que estoy frente a un juego virtual, avanzando por puntos para ganar una merecida ducha de tina tibia… Un carro sedán  azul eléctrico irrumpe mi forzada calma, quizás creyendo que él es el único con inminente apuro de llegar a alguna parte y que obviamente su urgencia tiene la prioridad de alguien con evidente incontinencia para evacuar. Suena la bocina tanto, que logra descontrolarnos a todos los que vamos enfrente. Veo una mano a mi derecha cuyo gesto al exaltar su dedo corazón tan erecto como el mástil de una bandera, me hace soltar una carcajada y recordar a Giselle, una peculiar compañera de labores que lleva en su carro una paletita en cuya punta hay una circunferencia en forma de carita feliz por un lado y, por el otro, una carita triste para todos aquellos malos y también buenos conductores. Es una técnica que al parecer le ha funcionado a la perfección, pero soy honesta conmigo misma: me hace falta actitud y paciencia para utilizar un recurso como éste.
Apenas puedo ver a un costado mi tan gustado KFC.  Quisiera poder contar la cantidad de autos que observo en calle 50, pero la vista se me va a la altura del semáforo de la antigua Mansión Danté y mi mente vuela en el tiempo una vez más para me transportarme a los recuerdos de los muchos zapatos que allí compré – ¡qué rico aquellos viejos tiempos! Entre lo que son peras o manzanas, me detengo a ver a todos los cristianos que apuestan en la caseta por un puesto en el primer “diablo rojo” que se pare por delante o los ilusos que esperan un taxi que los lleve a cualquier lugar menos al que ellos desean, y como diría en un momento altruista, “la vida es dura pa’l campesino”… Al menos ellos no tienen que manejar.
Meto cambio: primera, segunda, no avanzo. Debo practicar la tolerancia. Bajo la ventana porque estoy acalorada, necesito algo de aire ¿puro?, necesito aire, punto. Y ahora recién entiendo que no importa si no es quincena porque es viernes y todos queremos llegar por las razones que sean a nuestro destino. Es “weekend”, decimos en buen spanglish y, como siempre, hay dos tristes tigres, perdón, digo, dos tristes pendejos que se chocaron y tienen alborotado este descomunal tranque. Gracias, Señor, porque tengo carro y porque no soy yo la que perecerá en medio de la zona bancaria para esperar un policía de tránsito que se apiade de todos y nos libere de este caos. Y que conste que el tráfico y el saperoco no lo provocan esos dos, sino los típicos “panameños” que hacemos honor a nuestra cultura y como el hielo estamos en todas y tenemos por fuerza que parar para vidajenear… ¿Será un amigo, un familiar, un pana? ¿Quién tuvo la culpa? Bla, bla, bla…
Salgo airosa, me siento como pura sangre a una nariz de ganar la carrera. Llego a la esquina de Lumicentro, para tomar a la izquierda y bajar por Vía Brasil. Toda una hazaña, miro por el retrovisor, suspiro y pienso: ¡qué enredo!
Día 2
Me invitan a comer y echar cuentos en Friday’s de Marbella.  ¿No será posible que lo hagan en el Dorado o en Amador? ¿No basta con que tenga que ir hasta allá de lunes a viernes? Voy.  A caballo regalao, no se le miran las patas.
¡Vaya! Ligeramente mejor. Mucho tráfico, pero más fluido. No hay choques, y todos estamos sincronizados. Lo que ayer me tomó 45 minutos, hoy me toma 20.  Me puedo dar el lujo de gozar el día. Disfruto los días nublados casi lo mismo que los de sol; de hecho, por venir de tierra llorona hasta aprendí a disfrutar los torrenciales aguaceros. Cómo van volando las construcciones, ya la vista no me deja ver el esplendor de su arquitectura en ejecución. Mi ciudad está a la vanguardia de cualquier otra metrópolis del mundo, que ya quisieran muchos tener nuestra privilegiada posición y un sólido centro bancario. Estoy orgullosa.
Día 3
Por ocio tomo la ruta larga para ir a misa. Ésta ni siquiera es la ruta, es una excusa para ser testigo de la diferencia. Nos preguntamos muchos por qué no será siempre así nuestra Calle 50 o el resto de la ciudad. Estoy en una pista de patinaje o en una escena de “Volver al futuro”. Y recordar que hace unos pocos días éste era el centro de batalla para SUNTRACS y los agentes del control de multitudes… ¡Wao! (y no es la emisora). Hice el mismo recorrido en escasos seis minutos. Para aquellos que no tenemos casa en la playa, circular en carro es toda una delicia, casi puedo sentir mis alas. Entré reída y salí hecha carcajadas. Nadie entendería el porqué, realmente creo que los locos somos más. Hoy no salgo estresada, ni fastidiada. La ruta del calvario con olor a enredo está despejada y me deja ver su grandeza. Hasta ahora noto que tiene cuatro amplios carriles. Hoy me huele a próspero, a bonito, a grandioso, me huele a dinero, a poder, me sabe a “cosmopolitan”,  le veo el “glamour”, el “caché”. Puedo oler, puedo ver, puedo sentir la esencia de Panamá a través de sus calles.