domingo, 19 de mayo de 2013

"Caminamos en la fe"


Llevo meses, semanas, días pidiendo como letanía iluminación Divina para ver los mensajes que el Supremo tiene para mí, y como este don se lo debo a Él, hoy se lo dedico porque para los católicos es una fecha importante: Pentecostés.

Toda la semana Francisco, ha hablado sobre el Espíritu Santo.  Y no me crean irrespetuosa, pero es que literalmente así es como pido en mis oraciones por él. Probablemente sea parte de la cochina confianza porque es un Papa latino, y me siento muy orgullosa de lo que veo y lo que siento desde que asumió las riendas de la iglesia.

Comparto la segunda lectura de hoy de la Primera Carta a los Corintios:
Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.  En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. (1Cor12, 3b-7. 12-13).

No he estudiado teología, y tampoco pretendo dar una interpretación de la palabra porque me parece que es clara y quizás muchas de las grandes controversias en ese plano, son justamente porque cada quien la interpreta como le da la gana.

De cualquier forma, me acojo al llamado de Francisco (estoy convencida que sin el protocolo preferiría ser llamado así, a raja tabla). En este “Año de la Fe”, deseo que nuestro corazón esté abierto a la Palabra de Dios por intercesión del Espíritu Santo,  que esté abierto al bien y a la belleza de Dios cada día. 

Más claras no han podido ser las señales para mí… Llevo tres semanas que comulgar se me ha vuelto un momento más sensible de lo regular y cuando me dejo llevar por la música del coro (que me encanta), a veces me siento llorar de pura emoción… El cuestionamiento es válido: ¿Qué estoy haciendo como cristiana?  Nos hemos acostumbrado a ser oyentes y quizás dentro de lo que cabe cumplir a medias los mandamientos de la Ley de Dios, pero cuántos estamos llevando la fe a otras personas… ¿Por qué le dejamos la tarea de evangelizar a otros? Ajá, luego no sabemos por qué nos roban el mandado… Dice el Papa: no se es cristiano según el momento… Y por mi formación me niego a ser católica de apellido y a conveniencia hipócrita.  Quizás pierda algunos fans en el camino, pero me reactivo (aún más) a la fe que profeso. ¿Soy capaz de “hacer ver” mi fe con respeto, pero también con valentía?" Sí quiero.

Dice la Madre Teresa de Calcuta: A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota. Entonces procuremos ser esa gota cristalina que da vida porque el ejemplo y el cambio empiezan desde mí.  En la iglesia había un letrero exageradamente grande que decía “Somos una iglesia que camina en la esperanza”. Cierro invocando al Espíritu Santo para que sea artífice de cada paso que damos sin importar el credo, la raza o las creencias, incluso las científicas y ateas.  Que se mueva en cada uno de los que leen estás líneas y nos permita ser “instrumentos de paz”. Bendiciones,

GG

sábado, 4 de mayo de 2013

¡Ayala vida!


¿Qué pasa cuando asumes?  Ayala vida… metes la pata.  El tiempo y múltiples golpes me han enseñado lo poco práctico que es asumir, tanto en el plano personal como profesional.  En el primero, incluye la parte afectiva/ emocional, pero también la espiritual.

Cuando hablo de “asumir”, no me refiero al significado que dice que es hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo. Sino al término más bien de origen legal, que habla sobre el hecho que la ley tiene por cierto sin necesidad de que sea probado.

Algunos “Ayala vida” comunes:
  • Asumí que esa era su responsabilidad
  •  Asumí que lo sabías
  • Asumí que como me dijiste esto, eso era aquello. En matemáticas 2 + 2 son 4, pero en la vida no todo es así
  • Asumí que tú lo traerías
  • Estamos en verano, asumí que habría sol.  Somos los gestores de los cambios climáticos, así que ya nada es predecible con el tiempo
  • Pensé que tenías dinero (tiempo, carro/ transporte, agua, o lo que sea que creemos que es un hecho)
  • Pensé que podías, querías o tenías…
  • Pensé que era soltero(a), casado(a), divorciado(a), etc.
  • Pensé que te había quedado claro (o que me entendiste)
  • Pensé que yo le gustaba, peor, pensé que me amaba 

Hay varios dichos que aplican: el que parpadea, pierde; y camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Uno de los peores errores que cometemos es pensar por los demás, eso produce que en algunas ocasiones, hablemos por ellos y luego vengan las complicaciones, los lamentos y las disculpas, los enojos y hasta las desilusiones.

No deberíamos dar por sentado nada.  Hay varias a respuestas para este mal hábito. PREGUNTAR.  Si no entendemos, no sabemos, o existe la duda razonable, hay que preguntar.  A veces no es que no nos entienden, es que no nos damos a entender, así que hay que asegurarse y preguntar. Tenemos cierto fanatismo/ inclinación por inventar, armar enredos y dramatizar las cosas, hay que andar con cuidado y atentos.

DEMOSTRAR.  No podemos asumir que el jefe o el colaborador, según el caso, es adivino. Las capacidades se miden de acuerdo al esfuerzo del trabajo, a los hechos.  Que porque tenemos una licenciatura, maestría o doctorado, nos la sabemos todas, bastantes letrados conocemos con habilidades cuestionables.  Todo se trata de aprendizaje y cada día se construye mediante hechos. En el plano emocional, el amor se demuestra y lo repito hasta el cansancio.  No se debe asumir que porque nos aman, nos tienen que aguantar y que toda la vida nos amarán por nuestra linda cara. El amor es perfecto, los seres humanos no, así que tienen sus limitaciones y por ende se fastidian (y bien rápido para mi gusto).  No asumir que por los buenos sentimientos, las personas van actuar como esperamos o queremos, eso no funciona así. Tanto aguanta el cántaro hasta que se derrama o se rompe. Excepto Dios, nadie tiene ese poder infinito y elástico para amar, pero no olvidemos que también lo tiene para juzgar, así que mucho ojo, que como dicen, en esta vida nada es gratis y hasta el cielo hay que ganárselo.

PENSAR… Pienso, luego existo.  El sentido común, es el menos común de los sentidos.  Antes de hablar, hay que pensar. La mente es un músculo, hay que ejercitarlo.  La gran mayoría de nuestras metidas de pata, ayala vida, o “plop” (ya saben que soy fanática de Condorito), son justamente por asumir y abrir la boca, ejercitar el clan de músculos imprudentes (todo en uno: la lengua), sin pensar.

Este es un trabajo de ensayo y error, por más chispas que estemos, en algún momento caemos, lo bueno será APRENDER, para no repetir siempre los mismos errores y seguir en la búsqueda por ser mejores seres humanos.

GG

¡Auxilio, no sé qué hacer con tantas hormonas!


No soy la más versada en términos científicos para hablar del tema, pero sí soy especialista empírica porque las vivo y me matan por lo menos una vez al mes.  El título de este cuento parece un tema exclusivo para mujeres, pero ¿adivinen?  -- Las hormonas participan en la regulación de nuestro crecimiento y desarrollo, reproducción, comportamiento y envejecimiento. Al incidir directamente en el estado de ánimo femenino, también afecta a los caballeros.

Me dio por “googlelear” y casi me infarto del espanto. Puede definirse a las hormonas como agentes químicos producidos por ciertas células o tejidos endocrinos específicos llamados glándulas, que son vertidas en la circulación sanguínea. Actúan a distancia, ocasionando grandes cambios en determinadas células o sistemas, aun cuando operan en pequeñas cantidades.

Hace varias semanas, en un mismo día, dos personas a las que quiero mucho y que me conocen, me preguntaron: ¿estás con el periodo?  Y las lectoras femeninas, seguramente se verán identificadas porque un gran porcentaje habrá recibido este cuestionamiento por lo menos una vez en su vida.

Durante mi adolescencia veía este tema como un mito, así como aquello de los traumas “post”, pero cuando los años te alcanzan, las realidades también.  Mi primera reacción ante la pregunta fue de indignación, luego de coraje y al final de uso del razonamiento.  No estaba con el periodo, pero sí era un comportamiento hormonal porque en unos días estaba por venirme.  Es bueno saber, como conocimiento general, que también hay “pre”, y que cada cuerpo femenino actúa y se comporta de manera diferente.  A mí me da el indeseado síndrome premenstrual.  A veces me pongo irritable sin saber por qué que yo misma me cabreo de mí; otras traigo la sensibilidad a flor de piel y lloro hasta por reír… No se puede predecir, solo ocurre.

Hablo de esto porque es algo con lo que se vive a diario, pues en la casa, en el trabajo o donde quiera que vayamos, tendremos a una mujer al lado.  Y para que comprendan, incluso aquellas que no sabemos qué pasa con nuestro cuerpo, no es algo que hacemos o decimos para irritar o incomodar a nadie, de hecho, para cada una, dependiendo del nivel, es difícil manejarlo, casi me atrevería a decir que está fuera de nuestro control (y seguramente algún psiquiatra o ginecólogo quiera desmentirme), pero si pudiésemos elegir, siempre querríamos estar bien, hablando en términos hormonales, claro está.

¿Qué son necesarias? Sí lo son y también son un montón.  Entre estrógenos, progesterona, que incluso hay casos en que te las inyectan, ya pasé por eso y solo puedo decir: ¡plop! (al estilo Condorito); testosterona, cortisol, tiroideas y compañía limitada, pueden volver la vida femenina en un caos.  Y ni hablemos cuando se entra en la menopausia, que eso es punto y aparte.  Puedo decir con propiedad, a pesar de no haber entrado en esa etapa aún, que la he vivido (inducida, pero la viví) y no es nada agradable.  Eso de tener frío cuando otros tienen calor, o de sudar a chorros cuando el resto está seco, no me hace gracia.  Tampoco el insomnio o las ganas de salir corriendo en pelotas por la avenida gracias a la ansiedad… Y no estoy describiendo a una hipocondríaca  sino a una mujer común y silvestre; perdón, corriente.

Esta lucha no es fácil, pero tampoco es opcional, por lo que en el camino, aprendemos a torear el asunto y aceptar esas cosas que no podemos cambiar, porque aunque a veces se nos pase, las benditas hormonas forman parte de nuestro planeta venusino y tienen sus bondades aunque no las sepamos apreciar.

Cierro con algunos tips.
Para los hombres
  • Mamá, hija, hermana, esposa (peor si es ex esposa), amiga, compañera, si es de género femenino no trates de comprender, no seas iluso que ni nosotras nos comprendemos. Ámanos, respétanos y paciencia. No te queda de otra.
  • Cuando entramos en periodo hormonal, ya sean horas, días o meses, sencillamente no jodas. Si no das, ni dices dónde hay, mantente al margen.  Lava tus platos, haz tu trabajo, arregla lo que tengas que arreglar, habla o calla según el caso, pero NO te pongas intenso porque vas a empeorar las cosas.  Puedes fingir, pero no te pases.
  • Aprende a descubrir en las mujeres de tu vida esas etapas.  Cuando se nos disparan algunas (investiga), es que nos ponemos más bonitas (aprovecha para tirar los piropos), o más candentes (sácale millaje).
Para mujeres
  • Si las hormonas te ponen de cabeza,  no ir contra la corriente.  Recuerda que es temporal, así que aprende a fluir.
  •  ¡Acéptalas! El resto de la humanidad no tiene la culpa.  No abuses, la gente se puede fastidiar de tenerte paciencia, la mente controla al cuerpo, pero...
  • No te reprimas.  Si tienes ganas de llorar o gritar, busca el momento y el lugar y hazlo.  También tienes otras alternativas que ya probé y son efectivas: ejercicio, comer sano, masajes y distraerte en algo que te gusta.
  • Complácete.  Esos días u horas intensas, puedes cometer uno que otro pecadillo.
  • Antes, durante o después, independientemente de la edad o la etapa, no hay diferencia. Cultiva la paciencia y “trata” de ser consecuente.
  • Si no pasas por eso, da gracias y jamás te burles, ni subestimes a las demás… Mírate en ese espejo, no sabes cuándo te va tocar. 
  • Dios es perfecto, la naturaleza sabia y nosotras las más hermosas criaturas. No lo olvides.

GG


domingo, 31 de marzo de 2013

Soy culpable


Se me acusa de ser intensa y me declaro completamente culpable.  Pretendo justificar un poco esta extraña conducta, echándole el muerto al entorno que me rodea, aparte de, mi peculiar personalidad.  Aunque no puedo generalizar, el panameño común suele serlo y vaya que a veces cabrea, pero que quede claro que una cosa es ser intenso y otra muy diferente es|ser necio, inoportuno e intransigente.

Y es que independiente del país de origen, a como están las cosas, hay que ponerle algo de intensidad a la vida, recordando que ningún extremo es saludable.

Ser “intenso sano” desde mi perspectiva es ser meticuloso con las cosas que dices y con las cosas que haces.  No dejar nada a medias y puede ser que el seguimiento es lo que más tedio causa al intenso y la víctima de la intensidad.  Es un poco de preguntar, para no caer en la ignorancia; hablar cuando hay que hacerlo, pero saber callar cuando es propicio (de no ser así, no se es intenso, sino impertinente).  Ir de frente con la verdad y no patrocinar injusticias.  Vivir con fuerza, amar con fuerza, luchar con fuerza y hablo de fuerza interior, de espíritu emprendedor y guerrero.  Tiene un poco de obseso, pero también de precavido; algo de raciocinio y otro tanto de intuición desarrollada…  Una mezcla de factores que si no se manejan bien pueden caer mal (el intenso fastidioso).

El intenso natural cansa o vence, prefiero estar en el último grupo sin producir lo primero.  Fijar metas y ser constante. A veces, “solo a veces”, el fin justifica los medios y hay que dar ciertos empujoncitos para que las cosas se den, sin forzar el balance.

Si hoy me llaman intensa por decir la verdad (sin herir susceptibilidades), lo soy.  Por decir te quiero un millón de veces o demostrarlo, lo soy.  Por preguntar y preguntar y volver a preguntar para estar segura y no meter la pata, lo soy.  Llamar las cosas por su nombre y encarar la realidad, culpable.  Detallista extrema, sí, es correcto. De no ser así, es posible que no fuese la diferencia para aquellos que amo y con aquello que me apasiona. Soy deliciosamente intensa hasta para dormir.

La intensidad le da color y sabor a la existencia, nos nutre de energía vital. Bien utilizada nos abre caminos y mal llevada nos puede cerrar puertas.  Nos da permiso para reinventarnos y nos permite descubrir la vida en todo su esplendor. ¡Despierta que la vida es corta y hay que disfrutarla con emoción!

GG

sábado, 30 de marzo de 2013

“Pongo de moda el amor porque es una decisión y se demuestra con hechos”


En estos días en los que el romanticismo parece una cursilería; los detalles están basados solo en muestras de afecto materiales; las pruebas de amor se circunscriben al sexo; y, la intolerancia está en su apogeo… Vuelvo a hablar de amar, a ver si de muchos que me leen, por lo menos uno entra en sintonía.  Dicho y sostenido, cuando se trata de amar, hay que tener valor, por no decir otra cosa en su esencia más vulgar.

Sin ponerme muy religiosa, me parece que la expresión máxima de amor, para aquellos que somos católicos – cristianos es la del Padre que ofreció al Hijo, y la de éste, al dar su vida por redimirnos… Aunque muchos pensemos que somos capaces de hacer esto por la persona que amamos (padres, hijos, pareja, fe, etc.),  a la hora de la verdad, nunca se sabe y hay espacio suficiente para la duda razonable. Ni hablar; en nuestra perfecta imperfección, estamos muy lejos de semejante capacidad.

Me viene a la mente una frase de esas que te mandan por Internet, pero que quedan en el subconsciente, que dice que hay cosas que una vez que pasan, no regresan: el tiempo, las palabras y las oportunidades… Si me refiero a “las palabras”, no siempre es como nos dicen que se las lleva el viento.  Calan en lo profundo del alma y tienen poder masivo de destruir o construir. 

Hago referencia a esto porque es fácil hablar, pero nos resulta complicado actuar.  Incluso al que más le cuesta decir “te amo”, le es sencillo si se compara con demostraciones concretas.  Y retomo el primer párrafo, que para amar no se necesita invertir millares en bienes materiales.  Es una cosa del día a día; un ¿cómo estás?, ¿cómo te fue?, ¿en qué puedo ayudarte? (y hacerlo), gracias, por favor, te he extrañado, haces que sea mejor… No dar por sentado que la otra persona sabe lo que sentimos, porque todos necesitamos escucharlo, todos consentimos un abrazo, y apreciamos los gestos… “Apreciamos los gestos”, por más sencillos que parezcan, hay que saber agradecerlos.

No se mide en lo que más puedas dar, sino en lo que puedas hacer para ser la diferencia en la vida de ese ser querido. El amor muere con el hastío de sentirse ignorado y nace cada día con la fe.  Rompe barreras de tiempo y distancia, y que conste que no soy idealista, pero sé que se puede y que transciende más allá de nuestros sentidos y del espacio.  Se antepone al egoísmo y a la soberbia porque siempre buscar ser mejor.

Fácil es decir te quiero, porque yo quiero ir a Europa, quiero mi carro, quiero ganarme la lotería, pero amar, y que eso tenga fundamento, no siempre se ve, pero existe.  En el amor no hay guiones, tampoco manuales, ni nada está escrito. 

El amor no se debilita, los que nos debilitamos somos nosotros. A medida que la consciencia envejece, perdemos ciertas facultades y se sensibilizan otras.  Cualquier día es bueno para preguntarse qué estaría yo dispuesto a hacer por amor y qué me limita. También recordar que el amor nace en mí.  Y aunque las palabras tienen poder, los hechos hablan más que mil de ellas. 

No importa cuántas veces me decepcione de los seres humanos o de mí, ni cuantas veces haya perdido en búsqueda del amor, siempre me repondré e iré por más y apostaré por él.  Quien busca, encuentra; quien pide, será saciado; quien toque la puerta, se le abrirá.  Cada vez que tengamos el coraje de decirle a alguien que le amamos, procuremos demostrarlo en toda la extensión de la palabra, con firme decisión y completa libertad.  El amor no es una moda, porque no pasa, pero creo que ya va siendo hora de ponerlo como prioridad en nuestras vidas y darle el verdadero sentido que merece.

Ama y haz lo que quieras.  San Agustín.

jueves, 7 de marzo de 2013

Muerta antes que sencilla


Solo el título me incita a la risa y es que perdónenme, pero esto no aplica solo para las féminas, sino también para los machos. Pues es que el panameño es todo un personaje, que hace que sus jocosas frases, palabras y estilo de vida se contagien hasta al más frío de los habitantes de este planeta, ya sea que estén de paso o hayan decidido rendirse a la belleza de nuestro pequeño paraíso.

En el contexto de lo que nos compete, es posible que muchos lo vean como mera vanidad, pero es más que eso.  Las minucias, me hacen suponer que ante nada y ante nadie dejamos perder el glamour

La gasolina, el pan o la comida en general, los servicios públicos, todo sube, pero ¿adivinen? “Primero muerta, antes que sencilla”. No es una cuestión física, sino de actitud, y eso es algo que abunda en grandes proporciones en tierra istmeña.

Del lugar donde orgullosamente nací, esta práctica es más común que en cualquier otro lugar sobre la faz.  Sin remordimiento, sin vergüenza y sin complejos, andamos del 1 al 10, aunque sea a pie;  la verdad, es que el estilo integral, no necesita de cuatro llantas. Probablemente en la costa también escuchen decir: si hay miseria, que no se note. Puede que la estructura hogareña esté por caerse (literalmente), pero cuando salgo por la puerta, irradio cualquier cosa, menos carencia… 

Aja – ya entiendo por qué este año nombraron a Panamá como el país más feliz del mundo; porque realmente se puede venir abajo todo lo que esté fuera de nuestras fronteras, sin contar la pelea política, cultural o religiosa dentro de casa, si lo vemos con ojos abiertos, no tendría por qué ser diferente; felices o felicianos, nos la pasamos de agencia.

Puede que sea antagónico y de doble moral, trivial y platónico/ superficial, quizás algunos no le hallen la gracia, pero no quiero tocar ese plano, no siempre nos podemos tomar las cosas tan en serio.  En el fondo, nos reímos con picardía, porque esto hace parte de nuestra personalidad folclórica y si eso nos da permiso para ser felices, aunque sea por instantes, entonces, mil bendiciones por ello. La vida es corta y medio difícil, entonces, al final todo se reduce a una cuestión de “actitud”. Uno elige cómo quiere tomar o manejar cada circunstancia que se presenta: con una sonrisa de oreja a oreja y bien “chaniaos”, priti o bonitos (para los que no entienden la jerga), o vueltos leña, quejándonos por todo y dejando pasar los instantes mágicos. 

Mañana en mi lonchera seguro lleve unos emparedados porque no hay para más (falta para la quincena y la cosa está dura, ja,ja,ja, decimos todos); me pondré un jeans viejito, una linda blusa y mis tacones.  Como dice mi abuela, la percha es lo que cuenta; y por lo que a mí respecta, “muerta, antes que sencilla”.

GG

domingo, 3 de marzo de 2013

Eso que no soy


Mateo 23: 2, 3
Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 
En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 
Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.

No se equivoquen.  Ésta no es una cátedra litúrgica, ni mucho menos.  Sencillamente es un llamado porque muchas veces vagamos por la vida, dándonos golpes de pecho, y desarrollamos grandes habilidades para juzgar, criticar, burlar, difamar, ignorar, indisponer, apuntar o quizás tergiversar cosas y a personas.  Algunas, con premeditación y alevosía, y otras por ignorancia.  Quien no haya pasado por una situación así, que tire la primera piedra.

Bien sabemos que es un millón de veces más fácil decir, que hacer.  El compromiso con nuestros valores, ideales, o como le queramos llamar, va más allá de lo que nos enseñaron en casa o en el colegio y cala directamente en nuestra consciencia y en el ejercicio de nuestros actos, en todos los planos de nuestras vidas.

Lo cierto es que muchas veces en el camino, tomamos decisiones incorrectas, que generalmente suelen dejar imborrables cicatrices y un inmenso aprendizaje.  ¡Vaya!, no quiero justificar los míos, pero reconozco que he metido la pata, y no una, sino las cuatro y más veces de las que me gustaría aceptar. Hay momentos en los que existimos y luego pensamos, y en ese vaivén del día a día, nos convertimos en eso que no somos. No sé si es producto del ambiente que nos rodea, de lo que comemos, de la tecnología, de esta sociedad que nos exige más de lo que nos entrega; y, cuando caemos en cuenta, observamos con asombro o con gracia, que aquello que censuramos férreamente, ha hecho parte de nuestra propia historia. El problema es cuando nos permitimos que esos actos sean parte de lo “normal” en ésta.

Escucho con atención cuando me dicen: he tenido que hacer la vista gorda o de oídos sordos, porque ser honesto en tal situación me hubiese costado el puesto. Tuve que mentir (robar, callar, jurar en vano), por tal o cual cosa.  Traicioné la lealtad de X persona porque hice X cosa, etc.

No deberíamos fingir demencia.  No deberíamos hacer uso de la doble moral para aconsejar a otros, basados en un supuesto criterio formado, si en su lugar, no estaríamos dispuestos a hacer lo mismo.  Es más sencillo decir: “déjalo, huye/ enfréntalo, no hagas caso, cóbrala, no te dejes, haz, deja de hacer”… Y ver los errores en la casa ajena, que en la nuestra.

Pues, para ser parte de la solución, nos toca dejar de ser parte del problema.  Vivir con libertad y autonomía, exige responsabilidad, determinación y disciplina. Parte del principio básico de no hacer a los demás, lo que no me gustaría que me hicieran.  De ser ejemplo a través de nuestros actos; si quieres que tu hijo, esposo, amigo, deje de fumar, no lo hagas tú. ¿Qué es fácil? NO LO ES. Pero podemos iniciar con eso de ponerse en el zapato ajeno. Cerrar el pico antes de decir una burrada, hablar cuando las injusticias callan, y saber escuchar, antes de emitir una opinión (si nos la piden).

No nos dejemos envolver por el qué dirán, rompamos aquellos estigmas que como personas nos lastiman y nos hacen indolentes al mal ajeno. Vivamos en libertad responsable y con propósito firme de ser mejores.  Suena muy idealista, pero por algo se empieza.  La lealtad siempre inicia por uno mismo.

Para cerrar, les comparto lo siguiente: “La más destructiva de las armas no es la lanza o el cañón, que pueden herir el cuerpo y destruir la muralla. La más terrible de todas las armas es la palabra, que arruina una vida sin dejar vestigios de sangre, y cuyas heridas jamás cicatrizan. Seamos pues, señores de nuestra lengua, para no ser esclavos de nuestras palabras”.

No culpes a los demás por ser eso que no querías… Enmienda, acepta, vive bien y sé feliz.

GG