Llevo meses, semanas, días pidiendo como letanía iluminación Divina para ver los mensajes que el Supremo tiene para mí, y como este don se lo debo a Él, hoy se lo dedico porque para los católicos es una fecha importante: Pentecostés.
Toda la semana Francisco, ha hablado sobre el Espíritu Santo. Y no me crean irrespetuosa, pero es que literalmente así es como pido en mis oraciones por él. Probablemente sea parte de la cochina confianza porque es un Papa latino, y me siento muy orgullosa de lo que veo y lo que siento desde que asumió las riendas de la iglesia.
Comparto la segunda lectura de hoy de la Primera Carta a los Corintios:
Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. (1Cor12, 3b-7. 12-13).
No he estudiado teología, y tampoco pretendo dar una interpretación de la palabra porque me parece que es clara y quizás muchas de las grandes controversias en ese plano, son justamente porque cada quien la interpreta como le da la gana.
De cualquier forma, me acojo al llamado de Francisco (estoy convencida que sin el protocolo preferiría ser llamado así, a raja tabla). En este “Año de la Fe”, deseo que nuestro corazón esté abierto a la Palabra de Dios por intercesión del Espíritu Santo, que esté abierto al bien y a la belleza de Dios cada día.
Más claras no han podido ser las señales para mí… Llevo tres semanas que comulgar se me ha vuelto un momento más sensible de lo regular y cuando me dejo llevar por la música del coro (que me encanta), a veces me siento llorar de pura emoción… El cuestionamiento es válido: ¿Qué estoy haciendo como cristiana? Nos hemos acostumbrado a ser oyentes y quizás dentro de lo que cabe cumplir a medias los mandamientos de la Ley de Dios, pero cuántos estamos llevando la fe a otras personas… ¿Por qué le dejamos la tarea de evangelizar a otros? Ajá, luego no sabemos por qué nos roban el mandado… Dice el Papa: no se es cristiano según el momento… Y por mi formación me niego a ser católica de apellido y a conveniencia hipócrita. Quizás pierda algunos fans en el camino, pero me reactivo (aún más) a la fe que profeso. ¿Soy capaz de “hacer ver” mi fe con respeto, pero también con valentía?" Sí quiero.
GG
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