sábado, 14 de junio de 2014

Decálogo de una mujer alfa

No puedo dejar de reírme de este título puesto que el enfoque que le voy a dar, más masculino no puede ser. Mi frase favorita es “con el tiempo he aprendido”, pero como el tiempo transcurre sin detenerse, el aprendizaje es continúo.

Sin creerme experta en temas macho, masculino, alfa – primitivo, testosteronales (esta palabra la acabo de inventar y la RAE me va acribillar), etc., etc., etc., hay cosas que se caen de su peso y que es bueno que las féminas tengamos presente.

Hace unas cuantas semanas viví dos episodios que serían un preámbulo, una cucharadilla de lo que todas las mujeres en el mundo viviremos a partir del 12 de junio de 2014.  Estaba el asunto aquel de la final de la UEFA Champion League. A soga corta, recuerdo que un querido amigo veía un partido en el que la expresión de su rostro honestamente parecía la de perro con hambre… Su mirada, si a eso se le puede llamar mirada, era fija y cuando digo fija, ni siquiera parpadeaba. La boca a punto de baba y su rostro en general, mmm… Estaba ensimismado en una relación TV – juego – él. 

Días después, como cada jornada, me fui a la cafetería de la oficina a almorzar a eso de las 2 (cuando ya está vacía y puedo degustar mi comida con calma)… Cual fuera mi sorpresa de que esos 20mt2, estaban amotinados de homosapiens, primitivus, caverniculus (me doy por expulsada de la RAE). Ninguno se dio cuenta de mi presencia; me convertí en una especie espectro holográfico para observar en todos ellos -- sonrisa en cara-- el mismo pincel tipo Picasso dibujado en el rostro de amigo.  Todos embobados, concentrados como no es su costumbre y en posiciones tan homogéneas que de no ser por la aparente importancia de lo que captaba su atención, habría querido ponerles por delante un yogui o quizás algo más atrevido como un libro de kamazutra. Quienes no lograron puesto para las nalgas, deambulaban por el pasillo como no queriendo la cosa y asomaban la cabeza y recostaban el hombro junto al marco de la puerta. Otros más osados, disimularon ir a buscar café o agua, pero en general, muchos llegaron como abeja al panal.

Este decálogo que no es de diez, es para las mujeres.  Por la subsistencia de nuestra raza en los próximos 26 días que aún faltan, sobre todo aquellas que no saben ni pío de fútbol, que no les interesa aprender y que no tienen curiosidad femenina por ver piernas masculinas bien torneadas en los juegos:
  • No es solo un mes. Comprendan que el fútbol hace parte de su ADN. La diferencia es que este mes, cada cuatro años, su genética se afecta considerablemente, así que no luchen contra eso. Fluyan.
  • Tiempo. Cada partido dura en promedio unos 105 a 110 minutos. Dos tiempos de 45, un receso de 15 y la dichosa reposición que le pegue en gana al árbitro.  Si no te puedes sentar a ver el partido sin hacer preguntas tontas, busca otro oficio. Toma en cuenta que tu macho luego querrá otros minutos adicionales para escuchar los comentarios de “los expertos” (aunque su juicio no coincida con el de ellos).
  • Hay momentos y hay momentos. Si el día tiene 24 horas y él utiliza 1:45 para ese idilio deportivo, olvida invertir tiempo y esfuerzo en querer entablar una conversación ajena a lo que acontece en ese preciso instante. Si lo haces y se pierde un gol, no te lo perdonará. Nada de lo que digas o de lo que él responda por salir del paso, tendrá sentido.
  • No te expongas. ¿Por qué quieres ponerte el negligé comprado en diciembre y archivado en el ropero para captar su atención y pasearte frente a la televisión justo cuando está disfrutando del partido?  Esas viejas artimañas venusinas no funcionan cuando hay un Mundial de por medio… Y cuidado, no dejes la casa, a los niños o el arroz en la estufa a su cuidado mientras hay partido; eso puede terminar en caos.
  • ¿Enojarse? ¿¡Para qué!? Nada que explicar, no vas a ganar. Olvida el plan de víctima.


Finalmente, el asunto radica en ser una “estratega”… El día tiene más horas a las que puedes sacarle provecho si lo haces con inteligencia. Utiliza el fútbol a tu favor, nunca en contra. Prémialo con aquello que disfruta mientras ve el juego porque luego que este termine, gane o no su equipo, regresará a ti y ahí es donde tú… metes los goles.

GG

¿Basta con el amor?

Con el amor no todo está dicho y cuando se habla de ello, hay millones de perspectivas y significados que se le pueden dar… La realidad que nos rodea enseña (no sé si bien o mal), que en cuestiones de carácter afectivo - emocional, se necesita más que amor, porque por ahí dicen que el amor no se refleja en la paila, ni paga las cuentas.

Más allá del contexto racional y/ o económico, pienso que hay situaciones particulares en el que el amor, con la intención con que fue concebido, no solo basta, sino que también “pesa”.  Y no me refiero a peso como carga, sino al valor que cubre todos o muchos de los espacios que necesita nuestro corazón y por qué no, hasta el alma.

No voy a hablar de lo afortunada que soy por tener dos padres, pero un claro ejemplo del amor que vivo a diario, es el que recibo de ellos.  “Mi api lindo” como le digo, que más allá de vínculos de sangre o de apellido, está conmigo 24/7 y me “apoya” en toda la extensión de la palabra, sin que yo tenga que “dar algo” a cambio.  Mismo signo zodiacal intenso y hasta explosivo, mismas loqueras, aunque debo admitir que él es 10 veces más divertido que yo.  Por el otro lado, “mi papi” con el indiscutible lazo genético, que viene cargado de mañas idénticas, parecido físico irrefutable, uff un mismo carácter tenaz y ese no sé qué, que nunca logro explicar cada vez que me roba una sonrisa con un mensaje de texto que dice: Hija, primogénita, tu papá te ama mucho.

El amor en las manos y el corazón de un padre es risa que encanta, miradita que endulza, abrazo que conforta, palabras que alientan, consejo que no engaña, cariño exclusivo y seguridad a prueba de todo… Papá es como dicen todos: “el primer amor de una niña”, nuestro galán, pero también nuestro fan; el mejor cuenta cuentos y quien nos mima aún consciente de que a veces abusamos…

Con tantos amores que he experimentado, me conformo con el de papá “al cuadrado”; me basta y me sobra. Nada que envidiar, solo sentimientos y más sentimientos para agradecer. 

De papis hay calvitos, con pelos, flacos, gordillos, altos, bajos, fuera de moda, fashion in, de todos los colores, culturas y religiones; algunos payasos, otros gruñones, su buen par de estrictos y su cualquier liberal; al que le gusta los deportes y al que los odia… Papás serios y papás sentimentales, paganinis o tacaños, pero todos y cada uno papá.

Esté físicamente o no, que tu amor por él sea grande y agradecido porque aunque no sea perfecto, para bien o para mal, alguna enseñanza te ha de regalar.  Somos una extensión de su amor y en esa medida estamos llamados a ser mejores seres humanos. ¿Basta con el amor? Sí, basta.


¡Felicidades a todos los buenos padres en su día! Bendiciones.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Materializando sueños

Las experiencias son para ser vividas y no para ser contadas. Podemos recrear en nuestras mentes ciertas historias y maravillarnos con ellas, pero solo hasta que se conquista ese anhelo, se comienza a llenar la memoria e incluso el alma.

De esas cosas que he requerido hacer antes de adentrarme al cuarto piso, estaba la idea de conocer alguna maravilla del mundo moderno. Muy cerca, en mi continente americano, me lancé a una GinaVentura llamada Perú. Un alto grado de intensidad me hizo ir a pesar de todo, con la plena convicción de que traería conmigo, más que recuerdos… No me equivoqué…

La primera parada: Lima. Una ciudad agitada que me hace pensar que es un mal de todas las metrópolis latinoamericanas con el indeseado tráfico. El encanto de su “Costa Verde”, me atrapó y me embriagó de placer, pues para una costeña nata, nada como estar cerca al mar. Ansias locas para tropezarme con el delicioso pisco sour, qué delicia, igual que su oferta culinaria.

La ganancia más importante durante esta corta estancia es sin duda la calidez de las personas, la sonrisa generosa y el trato amable… Me sacaban una sonrisa cada vez que me decían: “señorita”. Aunque el sol no se dejó ver en su máximo esplendor, no fue impedimento para conocer el Callao, Miraflores, San Isidro, Barranco y Chorrillos.  Una excursión maratónica para aprender un poco de folclore, cultura y darle rienda suelta al placer de camino a Villas (playa en La Encantada ubicada en Chorrillos). Imperdible la Plaza de Armas y la Catedral, en el centro de la ciudad.

La segunda parada: Cusco. La ciudad que esconde el real propósito de mi visita.  El mal de altura no es un mito.  Aunque nunca he tenido problemas de esta índole, lo peor que se puede hacer es subestimar al cuerpo, y como todos los organismos responden de forma diferente, es muy importante tomar en cuenta estas consideraciones siempre que se viaja. No se pasa de estar a nivel del mar a 3,700 metros sin una respuesta brusca al cambio.

Cusco tiene un no sé qué, que produce que uno vuelva atrás en el tiempo. Es una ciudad pintoresca que me sorprendió con su clima, ya que no fui preparada física, ni mentalmente para el frío, sino para la lluvia y hubo más de lo primero a pesar de estar en verano. Esas clásicas imágenes o ideas preconcebidas sobre Perú, las puede uno palpar en ese lindo lugar. Derroche de historia, mística y fascinación por la cultura inca. La Plaza de Armas, la Catedral así como el Convento de Santo Domingo, construido sobre el famoso Templo del Koricancha, y en las afueras de la ciudad apreciar los restos arqueológicos aledaños como Kenko, Puca Pucará, Tambomachay y la Fortaleza de Sacsayhuamán, son como dice cierto eslogan popular. “Priceless”. 

La tercera parada y el sueño: Machupicchu. No escribo con el afán de dar cátedras de historia y mucho menos hacer un artículo turístico. Es apenas la vivencia de una mortal que asumió el reto de cruzar hacia el sur y ver de primera mano el misterio que encierra este lugar del que muchos hablan.  Las fotos o los documentales no le hacen justicia a lo que uno puede percibir una vez está allí. La energía, el poder, ese afán humano de descubrir lo descubierto y adentrarse en un mundo del que no se tienen muchos registros, da cabida para dar rienda suelta a la imaginación.

Irónico suena que haya sido un gringo el que haya registrado la existencia de este lugar. Se le da el crédito aunque no haya sido el primero. Machupicchu, que en lengua quechua significa Montaña Vieja, es de hecho la montaña más alta de este santuario convertido en patrimonio de la humanidad. Sin embargo, el protagonismo de las fotos más populares se le adjudica a Waynapicchu (Montaña Joven), que se ve a un costado. La historia es como un rompecabezas que lleva a un sin número de teorías sobre la construcción y duración y desaparición del pueblo inca que vivió allí.   Lo cierto es que queda comprobada la destreza y conocimientos de esta cultura que no dejaba nada a la improvisación. Todo fue perfectamente construido y con el desarrollo apropiado para convivir con la naturaleza (cosa que no hacemos hoy en día).

Sabia es la madre tierra quien oculta celosamente la belleza que hay en sus entrañas. El camino bimodal, para aquellos que el tiempo no nos da para detenernos en el kilómetro 82 y hacer el recorrido a pie hasta el santuario (durante 4 días), es impresionante. Las montañas, el fondo de la cordillera de Los Andes y la compañía del río Urubamba a todo lo largo de la travesía, es para quedarse con la boca abierta. Nos cuenta nuestro guía Pancho (Francisco), que de hecho éste es uno de los dos ríos que dan origen al Amazonas.

Caminar por esos trechos de piedra, atentos a todas las explicaciones y detalles curiosos del guía, hace que uno quiera remontarse a esos cientos de años atrás para imaginar cómo habría sido la construcción y vida en este lugar. Muchos detalles que son preferibles experimentar de primera mano. El Palacio Real, las Tres Ventanas, la Plaza Sagrada, el Intihuatana, el Cóndor, el Torreón Circular todos construidos con perfección arquitectónica. No tengo dudas, de que Machupicchu fue además un santuario de conocimiento astronómico e intelectual. La magia y el misterio te envuelven una vez que llegas.

Cuando retorno de algún viaje, llego ansiosa por pisar suelo istmeño, convencida de que mientras más pata tiro, más aprecio las riquezas de Panamá. Haber convivido con tantas personas de diferentes partes del mundo, con múltiples anécdotas, me hace recordar lo corta que es la vida y lo mucho que podemos disfrutar y aprender. He quedado con la sensación de que como dice la campaña publicitaria para promover Panamá, me han faltado rutas por descubrir en Perú… Me pican los pies por hacer el Camino Inca, desde el kilómetro 82, subir hasta la cima de Waynapicchu, quizás conocer las playas al Norte, un poco más de Lima y sus Líneas de Nazca… Quizás, quizás, quizás…

A pesar de los percances, que los hubo y muchos, me quedo con lo mejor. En toda travesía aparece un angelito de la guardia que hace la diferencia; en esta ocasión tuve dos. El recordado y querido amigo de mi papá, mi nuevo tío Carlos y sin duda, una entrañable amistad que espero conservar por el resto de la vida: Elsa.  No podría dejar de mencionarles y agradecer desde el corazón cada detalle y cada momento. Igual a Hernán de City Travel, Rolando en Cusco, Rosa María y Francisco en Aguas Calientes.  A todas las personas que me facilitaron, así fuese a través de la distancia o con sus buenas vibras, y a todos los que me regalaron una sonrisa y compartieron minutos, horas y momentos cruciales durante el viaje. Y agradecimiento y respeto a una cultura milenaria y sabia que nos regala conocimiento perpetuo.

Panamá, siempre es bueno volver a ti. Perú, gracias por la experiencia.

28 de febrero al 5 de marzo de 2014.

GG 

martes, 24 de diciembre de 2013

Se me inunda el corazón…

Con la clásica alegría de vivir porque sí… Se me enjuga de memorias tejidas sobre sonrisas, picardías, música de la vieja escuela de la Fania All Stars… Me sobresalto con los olores a pino importado o algún desodorante que lo imita, a jamón recién horneado, dulce de frutas, rosca de pan fresco, arroz con coco y guandú…  Me abraza la caricia del sol que calienta mi alma y la suave brisa que despeja mi rostro o encrespa mi vestido como ondas de agua; se asoma como niña traviesa la costeña que hay en mí.

Ya empiezo la evaluación cronológica de un capítulo que está por culminar, sin evitar la nostalgia por el recuerdo de los que ya no están; el tiempo que voló, la duda por lo que dejé de hacer, la satisfacción por lo que logré y el placer por reescribir lo que he de alcanzar en víspera de las cuatro décadas.

Se sobresalta mi corazón porque está más vivo que nunca disfrutando del amor en todas sus expresiones y pequeñeces. Se mira agradecido con la Divina Providencia por las bendiciones y por los desafíos que han sido muchos; se hincha de orgullo victorioso aún a pesar de las inevitables derrotas porque vuela alto en un espacio donde la mente no conoce límites y donde la palabra imposible no existe.

Escribe mi corazón con sentimientos sabios la nueva historia que experimenta de 24 en 24; optimista, decidido, ardiente y fuerte porque sabe que lo que no mata, fortalece y que cada circunstancia contiene su halo de conocimiento y aprendizaje.

Está lleno mi corazón hoy y siempre de buenos deseos para todos los que me sonríen, pero también para todos los que me dan la espalda. Y aprovecha este ciclo contagiado de felicidad y añoranzas para compartir y enviar bendiciones.  Por aquellos quienes tenemos al lado y no vemos, por los que sucumben a nuestro encanto, por la familia, los amigos, los seres queridos, los que partieron anticipadamente, por los instantes mágicos y las chiquitinas grandes cosas, sonrían, agradezcan, vivan y no importa qué: “disfruten”… Cada sorbo de aire, cada esbozo, cada detalle.


Gracias 2013, bienvenido 2014, te esperamos con esperanza, fe y una gran sonrisa.

GG

domingo, 20 de octubre de 2013

Instantes mágicos

Ningún día es igual a otro, punto. Me ha pasado como a muchos que sucumben ante la rutina y se pierde la esencia del hechizo y del aprendizaje que viene con cada amanecer… Eso, el amanecer. Algunos quedamos en la noche perpetua o en el día irreverente y plagado de mil cosas que nos hace creer que el tiempo no alcanza.

Creer que no hay propósito o que éste tiene por fuerza que ser algo notable, extraordinario… Busco en la brújula el norte, sin recordar que también hay sur, este y oeste. Extraño respirar el aire marino de la costa y me pregunto: por qué no he ido…

Definitivamente suele ser más fácil decir, que hacer; aconsejar, que practicar; hablar, que escuchar. Se hace pausa y sin querer, es probable quedarse en ese estado sin observar, sin apreciar. Agradecemos (a veces), pero, siempre hay un pero.

No quiero mirar atrás para darme cuenta de todas las cosas que pude hacer y no me atreví, o todas las cosas que se me pasaron esperando lo inesperado.  Los vacíos los llena Dios (y eso va también para los que no creen).  Cada día trae su magia y tiene su poder. Tiene 24 horas, mitad luz de sol, mitad luz de luna y así también es la vida, hasta en sus momentos más difíciles. 

Los instantes van desde el mismo segundo que abrimos los ojos y descubrimos que despertamos; muchos no lo logran.  Que nos paramos y vemos con alegría o con angustia el reloj; eso significa que vemos, sentimos y escuchamos (si trae alarma)… Que nos bañamos, desayunamos y salimos. Igual: tengo agua, tengo comida, tengo pies para caminar o un medio de transporte para andar; y en efecto, un destino al que llegar, aunque no me guste.

Hay los otros más obvios y que se nos hacen menos tangibles: los buenos días del extraño, la sonrisa de un niño, el te quiero de un ser querido, que también puede caer en la mortal rutina y no logramos apreciar su significado y profundidad. Un cielo radiante de azul o de gris…

Cuando me dicen que hay otros que no pueden o no tienen, a veces aflora el egoísmo de pensar que es consuelo de tontos porque “mi pesar” es más grande que el de los demás y que eso no importa porque estoy centrada en “mi problema”. Y se me pasa, se me pasa el encanto de cada día, se me olvida esa fracción de segundo que sonreí o que pude regalar una sonrisa, me tomo las responsabilidades tan a pecho que pierdo de vista que la vida es una y vuela.

Te invito, como me invito a mí, a gestar el compromiso personal de archivar en la memoria los instantes mágicos de cada día, descubrirlos y atesorarlos. Es un ejercicio que si se hace bien deja gratas sorpresas y alimenta nuestro corazón. Son las pequeñas grandes cosas las que verdaderamente valen la pena.

GG

sábado, 15 de junio de 2013

¿Qué me trajiste papi?

Es la frase que hasta el sol de hoy, se me ha quedado tan grabada que aún la digo. No me es difícil regresar en el tiempo y descubrir que hay muchas sonrisas guardadas en la memoria gracias a mis papás.

¿Papá solo hay uno?  Negativo.  Si tener uno es un premio, tener dos, es una completa bendición.  El único problema es saber de cuál estoy hablando en determinado momento. Las niñas tenemos esa habilidad innata para amar y envolver a papá… Muy diferente a lo que pensaba hace algunos años, discrepo en la teoría de “madre/ padre”, porque siento que tanto la figura materna, como la paterna son irremplazables.  Nadie llena el espacio nadie, sencillamente vamos adaptándonos y hacemos limonadas con la lluvia de limones que nos va regalando la vida.

Aprendí de fútbol (y cómo no permitir que me metan gol), de carros, de moral y valores, de disciplina, de cómo tomar, con un par de gritos… a conducir, de equivocarme y seguir, de lo bueno, lo malo y lo feo, de besos, abrazos y te quiero(s)… Mérito completo de mis papás.  Pero la lección más grande es la de amar.  Suena chistoso, pero son los hombres de mi vida; que me aman sin que yo tenga que darles nada a cambio (al buen entendedor, pocas palabras).  Tienen vocación de psicólogos, prestamistas/ financiera (sin intereses), bufones, amigos, muy buenos críticos… Aunque no lo saben, se compensan y a través de eso he recibido una formación equilibrada y feliz.

Por cada mal padre, hay muchos otros y muy buenos. Les he visto en acción y desde la perspectiva de ser hija, les comprendo.  Dentro del matrimonio/ relación o fuera de ella, conozco verdaderos súper héroes que se niegan a fingir demencia o desconectarse de su camada. En estos tiempos, se necesita coraje, por no decir otra cosa más folclórica, para ser papá. 

En atención a los miles de hijos sobre la faz, no puedo menos que agradecer a esos personajes.  Generalmente comparan a las mamis con los ángeles, muy subliminal, sutil… Sin chiste o para tergiversar, los papas tienen su gen canino, pero no cualquier can, hablo de raza Premium: protectores, cazadores, leales, inteligentes, fuertes, con grandes habilidades y sentidos altamente desarrollados (como el olfato por ejemplo)… Podría compararlos con Batman, Superman, Iron Man, etc., y si los tiro a todos en una licuadora probablemente me quede corta.

Gracias papás por darnos el don de la vida.  A los que están, a los que les separa la distancia física, a los que ya partieron, pero siempre nos cuidan: “muchas gracias”, por ser ejemplo a seguir, aún en la imperfección que todos tenemos, gracias por la calidad del tiempo, por los mimos, el apoyo, las lecciones, las nalgadas, los regalos, las reglas… Gracias por cada frase reiterativa: cuídate; cuando tú vas, yo vengo; pregúntale a tu mamá; NO, porque yo lo digo o un simple OK, y aquella que a veces es dura de decir pero que se siente en lo más profundo – “te amo hijo”.


Más allá del día comercial, si son papá deportista, papá fashion, papá amargado, papá extremo, papá chistoso, papá tacaño, papá intenso, papá “multitasking” (hácelo todo), papá intelectual, papá DJ, papá tecnomaniático, papá driver, o simplemente PAPÁ,  Dios les bendiga y les conceda el discernimiento y la sabiduría que necesitan para llevarnos de la mano siempre… Porque no hay obstáculo que el amor no pueda vencer… Solo mueren quienes pasan al olvido. Bendiciones y ¡FELICIDADES!

GG 

domingo, 9 de junio de 2013

¡Sí quiero!

Sí quiero, fue la frase que pronunció esta mañana Norma Alejandra.  Hasta ese momento, una total desconocida para mí y puede que la vida no nos tropiece otra vez, pero hoy fui testigo de su voto de fe para recibir el sacramento del bautismo.  Visiblemente apenada (parece de personalidad tímida), probablemente porque calculo que tiene unos veinte tantos años, dio un paso con la valentía que supone aceptar a Dios en su vida y con la gran responsabilidad que eso conlleva.  Hicimos de ese momento uno de los más especiales en su vida, no solo con aplausos y buenos deseos, sino con oración y amor. 

La mayoría de los católicos pasamos por ese proceso de forma un poco diferente, ya que somos recibidos como cristianos sin contar con uso de razón, pero sí con la convicción y posterior educación de nuestros padres. Luego participamos de la primera comunión y cuando tenemos el criterio para decir “sí quiero”, nos confirmamos.

Quiero hilar este hecho con dos cosas importantes.  Primero, el amor.  Dios es amor, y el más grande de todos los mandamientos es amarlo con toda nuestra fuerza, poder y confianza, y, al prójimo como a nosotros mismos. Les comparto un fragmento de la segunda lectura de hace 2 domingos:

“Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por Él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.

Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que Él mismo nos ha dado”. (Rm 5, 1-5)

Segundo, sí quiero.  He estado como muchos, en situaciones de suprema alegría y de extrema tristeza. Hechos que ayudan a poner nuestra vida en perspectiva y ponen a prueba la voluntad y la fortaleza de espíritu.  Muchas más veces de las que puedo aceptar, he sentido que no puedo librar la batalla o que la prueba me supera... Pero así como dijo hoy Norma Alejandra: sí quiero; he comprendido que aceptar es una cuestión de fe.  Puede que las cosas no salgan como queremos, pero les aseguro, que salen como deben ser y que cada experiencia deja su aprendizaje y nos acerca a lo que debemos ser. Seré muy cuidadosa y ahora más consciente cuando vuelva a decir la frase “sí quiero”.

Para conocer de Dios hay que amar.  El padre Popito preguntó hoy, qué es más fácil… ¿Amar o dejarse amar?  Una buena reflexión para la semana y un cuestionamiento útil de hacer en todo momento de nuestras vidas.  Como decía la Madre Teresa de Calcuta: ama hasta que te duela, y si te duele, ama más.  Démosle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.  Bendiciones,

PD. Dile hoy a quien amas, lo que sientes, puede que lo esté necesitando... Y si ya lo hiciste, no está de más reiterarlo.

GG