sábado, 15 de junio de 2013

¿Qué me trajiste papi?

Es la frase que hasta el sol de hoy, se me ha quedado tan grabada que aún la digo. No me es difícil regresar en el tiempo y descubrir que hay muchas sonrisas guardadas en la memoria gracias a mis papás.

¿Papá solo hay uno?  Negativo.  Si tener uno es un premio, tener dos, es una completa bendición.  El único problema es saber de cuál estoy hablando en determinado momento. Las niñas tenemos esa habilidad innata para amar y envolver a papá… Muy diferente a lo que pensaba hace algunos años, discrepo en la teoría de “madre/ padre”, porque siento que tanto la figura materna, como la paterna son irremplazables.  Nadie llena el espacio nadie, sencillamente vamos adaptándonos y hacemos limonadas con la lluvia de limones que nos va regalando la vida.

Aprendí de fútbol (y cómo no permitir que me metan gol), de carros, de moral y valores, de disciplina, de cómo tomar, con un par de gritos… a conducir, de equivocarme y seguir, de lo bueno, lo malo y lo feo, de besos, abrazos y te quiero(s)… Mérito completo de mis papás.  Pero la lección más grande es la de amar.  Suena chistoso, pero son los hombres de mi vida; que me aman sin que yo tenga que darles nada a cambio (al buen entendedor, pocas palabras).  Tienen vocación de psicólogos, prestamistas/ financiera (sin intereses), bufones, amigos, muy buenos críticos… Aunque no lo saben, se compensan y a través de eso he recibido una formación equilibrada y feliz.

Por cada mal padre, hay muchos otros y muy buenos. Les he visto en acción y desde la perspectiva de ser hija, les comprendo.  Dentro del matrimonio/ relación o fuera de ella, conozco verdaderos súper héroes que se niegan a fingir demencia o desconectarse de su camada. En estos tiempos, se necesita coraje, por no decir otra cosa más folclórica, para ser papá. 

En atención a los miles de hijos sobre la faz, no puedo menos que agradecer a esos personajes.  Generalmente comparan a las mamis con los ángeles, muy subliminal, sutil… Sin chiste o para tergiversar, los papas tienen su gen canino, pero no cualquier can, hablo de raza Premium: protectores, cazadores, leales, inteligentes, fuertes, con grandes habilidades y sentidos altamente desarrollados (como el olfato por ejemplo)… Podría compararlos con Batman, Superman, Iron Man, etc., y si los tiro a todos en una licuadora probablemente me quede corta.

Gracias papás por darnos el don de la vida.  A los que están, a los que les separa la distancia física, a los que ya partieron, pero siempre nos cuidan: “muchas gracias”, por ser ejemplo a seguir, aún en la imperfección que todos tenemos, gracias por la calidad del tiempo, por los mimos, el apoyo, las lecciones, las nalgadas, los regalos, las reglas… Gracias por cada frase reiterativa: cuídate; cuando tú vas, yo vengo; pregúntale a tu mamá; NO, porque yo lo digo o un simple OK, y aquella que a veces es dura de decir pero que se siente en lo más profundo – “te amo hijo”.


Más allá del día comercial, si son papá deportista, papá fashion, papá amargado, papá extremo, papá chistoso, papá tacaño, papá intenso, papá “multitasking” (hácelo todo), papá intelectual, papá DJ, papá tecnomaniático, papá driver, o simplemente PAPÁ,  Dios les bendiga y les conceda el discernimiento y la sabiduría que necesitan para llevarnos de la mano siempre… Porque no hay obstáculo que el amor no pueda vencer… Solo mueren quienes pasan al olvido. Bendiciones y ¡FELICIDADES!

GG 

domingo, 9 de junio de 2013

¡Sí quiero!

Sí quiero, fue la frase que pronunció esta mañana Norma Alejandra.  Hasta ese momento, una total desconocida para mí y puede que la vida no nos tropiece otra vez, pero hoy fui testigo de su voto de fe para recibir el sacramento del bautismo.  Visiblemente apenada (parece de personalidad tímida), probablemente porque calculo que tiene unos veinte tantos años, dio un paso con la valentía que supone aceptar a Dios en su vida y con la gran responsabilidad que eso conlleva.  Hicimos de ese momento uno de los más especiales en su vida, no solo con aplausos y buenos deseos, sino con oración y amor. 

La mayoría de los católicos pasamos por ese proceso de forma un poco diferente, ya que somos recibidos como cristianos sin contar con uso de razón, pero sí con la convicción y posterior educación de nuestros padres. Luego participamos de la primera comunión y cuando tenemos el criterio para decir “sí quiero”, nos confirmamos.

Quiero hilar este hecho con dos cosas importantes.  Primero, el amor.  Dios es amor, y el más grande de todos los mandamientos es amarlo con toda nuestra fuerza, poder y confianza, y, al prójimo como a nosotros mismos. Les comparto un fragmento de la segunda lectura de hace 2 domingos:

“Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por Él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.

Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que Él mismo nos ha dado”. (Rm 5, 1-5)

Segundo, sí quiero.  He estado como muchos, en situaciones de suprema alegría y de extrema tristeza. Hechos que ayudan a poner nuestra vida en perspectiva y ponen a prueba la voluntad y la fortaleza de espíritu.  Muchas más veces de las que puedo aceptar, he sentido que no puedo librar la batalla o que la prueba me supera... Pero así como dijo hoy Norma Alejandra: sí quiero; he comprendido que aceptar es una cuestión de fe.  Puede que las cosas no salgan como queremos, pero les aseguro, que salen como deben ser y que cada experiencia deja su aprendizaje y nos acerca a lo que debemos ser. Seré muy cuidadosa y ahora más consciente cuando vuelva a decir la frase “sí quiero”.

Para conocer de Dios hay que amar.  El padre Popito preguntó hoy, qué es más fácil… ¿Amar o dejarse amar?  Una buena reflexión para la semana y un cuestionamiento útil de hacer en todo momento de nuestras vidas.  Como decía la Madre Teresa de Calcuta: ama hasta que te duela, y si te duele, ama más.  Démosle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.  Bendiciones,

PD. Dile hoy a quien amas, lo que sientes, puede que lo esté necesitando... Y si ya lo hiciste, no está de más reiterarlo.

GG

domingo, 19 de mayo de 2013

Desde el seno familiar


Familia es familia y cariño es cariño, como dice el maestro Rubencito.  El 15 de mayo se celebra el “Día Internacional de la Familia”…  Ya sea que se componga de 2 o de 10, la familia es el eje fundamental en nuestras vidas… Hay muchas cosas que se aprenden en la escuela y luego en la calle, pero los pilares que nos definen se forjan desde nuestro hogar.

Como a muchos, me preocupa el rumbo que está tomando esta noble empresa junto con sus principales accionistas.  Más que una crítica constructiva, estas líneas son un llamado de atención para todos.  No tengo que ser madre para dar una opinión objetiva porque soy hija y fuera de lo que todos sabemos y anhelamos, me enfoco en los hijos de hoy. Además, tengo ahijados y me tomo en serio ese rol.

No hay amor más grande, fuera del que muchos sentimos hacia Dios, que el que inspiran los hijos. Lo sé porque mis padres me lo demuestran cada día de mi existencia.  Veo algo atónita a la nueva generación y honestamente me da susto y algo de tristeza.  Aunque no puedo, ni quiero generalizar, percibo que los padres se han convertido en muchos casos, en una especie de esclavos y otras veces en tontos útiles para los hijos… Y claro que conozco perfectamente el arte de la manipulación, sobre todo con mis papas (afortunadamente tengo dos), porque las niñas venimos diseñadas genéticamente para trapear el piso con ellos (en el sentido jocoso de la frase).

Entiendo que aunque la obligación llega hasta la educación secundaria, nuestros padres lo llevan más allá, procurándonos aprendizaje de primer nivel universitario y es comprensible, porque probablemente es el único o el mejor legado que nos pueden heredar y que nadie nos puede arrebatar. Pero lo que pasa hoy día es un tanto absurdo.  Los padres empeñan la vida y lo que no tienen para complacer a los hijos desde muy temprana edad, no sé si es para compensar el tiempo que no les alcanza para dedicarles, si es mera apariencia o un extraño gesto de amor; en ocasiones lo ven como una obligación a pesar de sus propias limitaciones y otras realmente les parece una gracia.  Ejemplos sobran. Toda la tecnología que sale: iPad, androids y familia, MacBook, juegos de videos de todas las marcas y modelos habidos y por haber, tutores, cursos de golf (ya pasaron de moda los deportes populares, mientras más sofisticados, mejor)… ¿Para qué mi hijo de 5 años necesita un celular y por qué tiene que ser el más sofisticado? Ah Gina, es que es otra generación, no seas chapada a la antigua… Yo tuve celular de adulta y aunque son supuestamente otros tiempos, no morí.

Las familias de clase media, se tiran unos lujos incomprensibles y a veces innecesarios.  Pagan la mejor educación, aunque eso signifique comer arroz con huevo y que conste que yo lo haría de ser necesario.  Vas a la casa y hay una computadora por persona, y si son cinco, hay cinco y si los hijos ya están en etapa universitaria, también veremos estacionados cinco autos, aunque estén trepados unos encima de otros. Muy pocos se rehúsan a llevar ropa o zapatos que no sean de alguna "prestigiosa marca". Y la nana les lava hasta la ropa interior porque pobrecitos, tienen tantas obligaciones en la escuela o están en etapa de divertirse, que si hacen su cama se pueden fracturar el brazo. Perdí la cuenta de cuántos infantes he visto en el supermercado haciendo tremendo berrinche porque no le compraron la golosina que querían y padres avergonzados que terminan cediendo con tal de que se aquiete o de no pasar la pena.

¿Quién, cuándo y cómo ocurrió esto?  El dilema no es que inviertan mil, dos mil o la cantidad de dinero que sea en su vástago mensualmente (el costo de la vida ha subido y lo sé)… Lo que me aterra es que estamos legando eventuales adultos déspotas, egoístas, que creen merecer todo y que entran al mundo real creyendo que la humanidad caerá rendida a sus pies al mínimo esfuerzo, para encontrarse que afuera no es como en casa y que nadie está para aguantarles sus inmadureces.  Son niños y jóvenes que no conocen el valor de ganarse las cosas, porque si yo como madre me voy a sacrificar es con plena consciencia de que ese niño da la talla y se esfuerza… Anuente de que es posible que cometa errores y que habrá ocasiones en que requiera otra oportunidad… Pero no es el caso. Es una generación con todas las ventajas tecnológicas que hace 20 años eran una fantasía, pero con tan escaso sentido común, con tan poco criterio, y con una mediocridad digna de “Believe it or not”, que francamente no sé qué será del futuro inmediato de la humanidad porque ni escribir saben (y me niego hablar de esto porque necesitaría muchas páginas para desahogarme). 

Demasiado consumismo, demasiadas libertades y que me perdonen los profesionales en la materia (psicólogos y psiquiatras), pero hace 20 años nadie murió porque le metieran un correazo por irrespetuoso o le castigaran porque perder una materia.  Soy hija única y no por ser niña me libré de sacar la basura o lavar el baño; y cuando mi mamá decía: NO HAY, yo entendía que no, sin enojarme, sin acomplejarme, sin hacer espectáculo y era incapaz siquiera de torcerle la boca o peor aún contestarle, era impensable. 

Con ese cuento raro de que hay que ser amigos de los hijos, de que pegar es maltrato físico, el famoso “time up”… Ayala vida… Me reservo lo que estoy pensando. Mis papas son mis papas.  Afortunadamente hemos tenido la suficiente confianza desde que tengo uso de razón para preguntar sin sentirme censurada y para contarle mis cosas a boca abierta y sin pepitas en la lengua. Y no he dejado de ser su niña a pesar de los años.  Pero me enseñaron de límites, de respeto, de confianza, y pesar de la enorme ello, siempre necesité que fueran MIS PAPAS, que me dieran directrices y no que parquearan conmigo en la fiesta de mis amigos (aunque eso todavía pasa). Un equilibrio que agradezco porque creo que no lo hicieron tan mal.  La universidad pública me la pagaron, pero me lo gané, no es que fuera Sigma Cum Laude, pero me dediqué.  ¿El carro? ¿La maestría? Esas me las pagué con el esfuerzo de mi trabajo y por eso es que lo valoro. Este enredo se ha convertido en una competencia sin tregua de papas que terminan desgastados y de hijos que andan por la vida desorientados y que repetirán los mismos patrones de conducta.

Ojo, cada quien tiene la libertad de criar a sus hijos como mejor le parece.  Pero creo sano hacer un alto, con todas las partes involucradas y empezar por asumir responsabilidades de la misma forma que los beneficios. Los valores cívicos y morales nunca pasan de moda, y no es tarea de los profesores, ni de la calle (allí es que se dan los verdaderos estrellones).  El respeto y la confianza se ganan, procuremos ser ejemplo de vida para los que van a relevarnos, porque de ellos depende la supervivencia del planeta (que bien maltratado está) y de la raza “humana”. Sensibilizarnos por nuestro medio ambiente y por nuestro prójimo como por nosotros mismos.  El tiempo que le dediquemos, sencillamente no tiene precio.

PD.  Feliz Día Internacional de la Familia para todas las familias, porque ninguna es perfecta, pero sobre todo a los padres abnegados que contra viento y marea se empeñan en darle buen ejemplo a los hijos y por éstos, que aprecian el esfuerzo de sus padres (y que gracias a Dios, siguen siendo la mayoría).

GG

"Caminamos en la fe"


Llevo meses, semanas, días pidiendo como letanía iluminación Divina para ver los mensajes que el Supremo tiene para mí, y como este don se lo debo a Él, hoy se lo dedico porque para los católicos es una fecha importante: Pentecostés.

Toda la semana Francisco, ha hablado sobre el Espíritu Santo.  Y no me crean irrespetuosa, pero es que literalmente así es como pido en mis oraciones por él. Probablemente sea parte de la cochina confianza porque es un Papa latino, y me siento muy orgullosa de lo que veo y lo que siento desde que asumió las riendas de la iglesia.

Comparto la segunda lectura de hoy de la Primera Carta a los Corintios:
Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.  En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. (1Cor12, 3b-7. 12-13).

No he estudiado teología, y tampoco pretendo dar una interpretación de la palabra porque me parece que es clara y quizás muchas de las grandes controversias en ese plano, son justamente porque cada quien la interpreta como le da la gana.

De cualquier forma, me acojo al llamado de Francisco (estoy convencida que sin el protocolo preferiría ser llamado así, a raja tabla). En este “Año de la Fe”, deseo que nuestro corazón esté abierto a la Palabra de Dios por intercesión del Espíritu Santo,  que esté abierto al bien y a la belleza de Dios cada día. 

Más claras no han podido ser las señales para mí… Llevo tres semanas que comulgar se me ha vuelto un momento más sensible de lo regular y cuando me dejo llevar por la música del coro (que me encanta), a veces me siento llorar de pura emoción… El cuestionamiento es válido: ¿Qué estoy haciendo como cristiana?  Nos hemos acostumbrado a ser oyentes y quizás dentro de lo que cabe cumplir a medias los mandamientos de la Ley de Dios, pero cuántos estamos llevando la fe a otras personas… ¿Por qué le dejamos la tarea de evangelizar a otros? Ajá, luego no sabemos por qué nos roban el mandado… Dice el Papa: no se es cristiano según el momento… Y por mi formación me niego a ser católica de apellido y a conveniencia hipócrita.  Quizás pierda algunos fans en el camino, pero me reactivo (aún más) a la fe que profeso. ¿Soy capaz de “hacer ver” mi fe con respeto, pero también con valentía?" Sí quiero.

Dice la Madre Teresa de Calcuta: A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota. Entonces procuremos ser esa gota cristalina que da vida porque el ejemplo y el cambio empiezan desde mí.  En la iglesia había un letrero exageradamente grande que decía “Somos una iglesia que camina en la esperanza”. Cierro invocando al Espíritu Santo para que sea artífice de cada paso que damos sin importar el credo, la raza o las creencias, incluso las científicas y ateas.  Que se mueva en cada uno de los que leen estás líneas y nos permita ser “instrumentos de paz”. Bendiciones,

GG

sábado, 4 de mayo de 2013

¡Ayala vida!


¿Qué pasa cuando asumes?  Ayala vida… metes la pata.  El tiempo y múltiples golpes me han enseñado lo poco práctico que es asumir, tanto en el plano personal como profesional.  En el primero, incluye la parte afectiva/ emocional, pero también la espiritual.

Cuando hablo de “asumir”, no me refiero al significado que dice que es hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo. Sino al término más bien de origen legal, que habla sobre el hecho que la ley tiene por cierto sin necesidad de que sea probado.

Algunos “Ayala vida” comunes:
  • Asumí que esa era su responsabilidad
  •  Asumí que lo sabías
  • Asumí que como me dijiste esto, eso era aquello. En matemáticas 2 + 2 son 4, pero en la vida no todo es así
  • Asumí que tú lo traerías
  • Estamos en verano, asumí que habría sol.  Somos los gestores de los cambios climáticos, así que ya nada es predecible con el tiempo
  • Pensé que tenías dinero (tiempo, carro/ transporte, agua, o lo que sea que creemos que es un hecho)
  • Pensé que podías, querías o tenías…
  • Pensé que era soltero(a), casado(a), divorciado(a), etc.
  • Pensé que te había quedado claro (o que me entendiste)
  • Pensé que yo le gustaba, peor, pensé que me amaba 

Hay varios dichos que aplican: el que parpadea, pierde; y camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Uno de los peores errores que cometemos es pensar por los demás, eso produce que en algunas ocasiones, hablemos por ellos y luego vengan las complicaciones, los lamentos y las disculpas, los enojos y hasta las desilusiones.

No deberíamos dar por sentado nada.  Hay varias a respuestas para este mal hábito. PREGUNTAR.  Si no entendemos, no sabemos, o existe la duda razonable, hay que preguntar.  A veces no es que no nos entienden, es que no nos damos a entender, así que hay que asegurarse y preguntar. Tenemos cierto fanatismo/ inclinación por inventar, armar enredos y dramatizar las cosas, hay que andar con cuidado y atentos.

DEMOSTRAR.  No podemos asumir que el jefe o el colaborador, según el caso, es adivino. Las capacidades se miden de acuerdo al esfuerzo del trabajo, a los hechos.  Que porque tenemos una licenciatura, maestría o doctorado, nos la sabemos todas, bastantes letrados conocemos con habilidades cuestionables.  Todo se trata de aprendizaje y cada día se construye mediante hechos. En el plano emocional, el amor se demuestra y lo repito hasta el cansancio.  No se debe asumir que porque nos aman, nos tienen que aguantar y que toda la vida nos amarán por nuestra linda cara. El amor es perfecto, los seres humanos no, así que tienen sus limitaciones y por ende se fastidian (y bien rápido para mi gusto).  No asumir que por los buenos sentimientos, las personas van actuar como esperamos o queremos, eso no funciona así. Tanto aguanta el cántaro hasta que se derrama o se rompe. Excepto Dios, nadie tiene ese poder infinito y elástico para amar, pero no olvidemos que también lo tiene para juzgar, así que mucho ojo, que como dicen, en esta vida nada es gratis y hasta el cielo hay que ganárselo.

PENSAR… Pienso, luego existo.  El sentido común, es el menos común de los sentidos.  Antes de hablar, hay que pensar. La mente es un músculo, hay que ejercitarlo.  La gran mayoría de nuestras metidas de pata, ayala vida, o “plop” (ya saben que soy fanática de Condorito), son justamente por asumir y abrir la boca, ejercitar el clan de músculos imprudentes (todo en uno: la lengua), sin pensar.

Este es un trabajo de ensayo y error, por más chispas que estemos, en algún momento caemos, lo bueno será APRENDER, para no repetir siempre los mismos errores y seguir en la búsqueda por ser mejores seres humanos.

GG

¡Auxilio, no sé qué hacer con tantas hormonas!


No soy la más versada en términos científicos para hablar del tema, pero sí soy especialista empírica porque las vivo y me matan por lo menos una vez al mes.  El título de este cuento parece un tema exclusivo para mujeres, pero ¿adivinen?  -- Las hormonas participan en la regulación de nuestro crecimiento y desarrollo, reproducción, comportamiento y envejecimiento. Al incidir directamente en el estado de ánimo femenino, también afecta a los caballeros.

Me dio por “googlelear” y casi me infarto del espanto. Puede definirse a las hormonas como agentes químicos producidos por ciertas células o tejidos endocrinos específicos llamados glándulas, que son vertidas en la circulación sanguínea. Actúan a distancia, ocasionando grandes cambios en determinadas células o sistemas, aun cuando operan en pequeñas cantidades.

Hace varias semanas, en un mismo día, dos personas a las que quiero mucho y que me conocen, me preguntaron: ¿estás con el periodo?  Y las lectoras femeninas, seguramente se verán identificadas porque un gran porcentaje habrá recibido este cuestionamiento por lo menos una vez en su vida.

Durante mi adolescencia veía este tema como un mito, así como aquello de los traumas “post”, pero cuando los años te alcanzan, las realidades también.  Mi primera reacción ante la pregunta fue de indignación, luego de coraje y al final de uso del razonamiento.  No estaba con el periodo, pero sí era un comportamiento hormonal porque en unos días estaba por venirme.  Es bueno saber, como conocimiento general, que también hay “pre”, y que cada cuerpo femenino actúa y se comporta de manera diferente.  A mí me da el indeseado síndrome premenstrual.  A veces me pongo irritable sin saber por qué que yo misma me cabreo de mí; otras traigo la sensibilidad a flor de piel y lloro hasta por reír… No se puede predecir, solo ocurre.

Hablo de esto porque es algo con lo que se vive a diario, pues en la casa, en el trabajo o donde quiera que vayamos, tendremos a una mujer al lado.  Y para que comprendan, incluso aquellas que no sabemos qué pasa con nuestro cuerpo, no es algo que hacemos o decimos para irritar o incomodar a nadie, de hecho, para cada una, dependiendo del nivel, es difícil manejarlo, casi me atrevería a decir que está fuera de nuestro control (y seguramente algún psiquiatra o ginecólogo quiera desmentirme), pero si pudiésemos elegir, siempre querríamos estar bien, hablando en términos hormonales, claro está.

¿Qué son necesarias? Sí lo son y también son un montón.  Entre estrógenos, progesterona, que incluso hay casos en que te las inyectan, ya pasé por eso y solo puedo decir: ¡plop! (al estilo Condorito); testosterona, cortisol, tiroideas y compañía limitada, pueden volver la vida femenina en un caos.  Y ni hablemos cuando se entra en la menopausia, que eso es punto y aparte.  Puedo decir con propiedad, a pesar de no haber entrado en esa etapa aún, que la he vivido (inducida, pero la viví) y no es nada agradable.  Eso de tener frío cuando otros tienen calor, o de sudar a chorros cuando el resto está seco, no me hace gracia.  Tampoco el insomnio o las ganas de salir corriendo en pelotas por la avenida gracias a la ansiedad… Y no estoy describiendo a una hipocondríaca  sino a una mujer común y silvestre; perdón, corriente.

Esta lucha no es fácil, pero tampoco es opcional, por lo que en el camino, aprendemos a torear el asunto y aceptar esas cosas que no podemos cambiar, porque aunque a veces se nos pase, las benditas hormonas forman parte de nuestro planeta venusino y tienen sus bondades aunque no las sepamos apreciar.

Cierro con algunos tips.
Para los hombres
  • Mamá, hija, hermana, esposa (peor si es ex esposa), amiga, compañera, si es de género femenino no trates de comprender, no seas iluso que ni nosotras nos comprendemos. Ámanos, respétanos y paciencia. No te queda de otra.
  • Cuando entramos en periodo hormonal, ya sean horas, días o meses, sencillamente no jodas. Si no das, ni dices dónde hay, mantente al margen.  Lava tus platos, haz tu trabajo, arregla lo que tengas que arreglar, habla o calla según el caso, pero NO te pongas intenso porque vas a empeorar las cosas.  Puedes fingir, pero no te pases.
  • Aprende a descubrir en las mujeres de tu vida esas etapas.  Cuando se nos disparan algunas (investiga), es que nos ponemos más bonitas (aprovecha para tirar los piropos), o más candentes (sácale millaje).
Para mujeres
  • Si las hormonas te ponen de cabeza,  no ir contra la corriente.  Recuerda que es temporal, así que aprende a fluir.
  •  ¡Acéptalas! El resto de la humanidad no tiene la culpa.  No abuses, la gente se puede fastidiar de tenerte paciencia, la mente controla al cuerpo, pero...
  • No te reprimas.  Si tienes ganas de llorar o gritar, busca el momento y el lugar y hazlo.  También tienes otras alternativas que ya probé y son efectivas: ejercicio, comer sano, masajes y distraerte en algo que te gusta.
  • Complácete.  Esos días u horas intensas, puedes cometer uno que otro pecadillo.
  • Antes, durante o después, independientemente de la edad o la etapa, no hay diferencia. Cultiva la paciencia y “trata” de ser consecuente.
  • Si no pasas por eso, da gracias y jamás te burles, ni subestimes a las demás… Mírate en ese espejo, no sabes cuándo te va tocar. 
  • Dios es perfecto, la naturaleza sabia y nosotras las más hermosas criaturas. No lo olvides.

GG


domingo, 31 de marzo de 2013

Soy culpable


Se me acusa de ser intensa y me declaro completamente culpable.  Pretendo justificar un poco esta extraña conducta, echándole el muerto al entorno que me rodea, aparte de, mi peculiar personalidad.  Aunque no puedo generalizar, el panameño común suele serlo y vaya que a veces cabrea, pero que quede claro que una cosa es ser intenso y otra muy diferente es|ser necio, inoportuno e intransigente.

Y es que independiente del país de origen, a como están las cosas, hay que ponerle algo de intensidad a la vida, recordando que ningún extremo es saludable.

Ser “intenso sano” desde mi perspectiva es ser meticuloso con las cosas que dices y con las cosas que haces.  No dejar nada a medias y puede ser que el seguimiento es lo que más tedio causa al intenso y la víctima de la intensidad.  Es un poco de preguntar, para no caer en la ignorancia; hablar cuando hay que hacerlo, pero saber callar cuando es propicio (de no ser así, no se es intenso, sino impertinente).  Ir de frente con la verdad y no patrocinar injusticias.  Vivir con fuerza, amar con fuerza, luchar con fuerza y hablo de fuerza interior, de espíritu emprendedor y guerrero.  Tiene un poco de obseso, pero también de precavido; algo de raciocinio y otro tanto de intuición desarrollada…  Una mezcla de factores que si no se manejan bien pueden caer mal (el intenso fastidioso).

El intenso natural cansa o vence, prefiero estar en el último grupo sin producir lo primero.  Fijar metas y ser constante. A veces, “solo a veces”, el fin justifica los medios y hay que dar ciertos empujoncitos para que las cosas se den, sin forzar el balance.

Si hoy me llaman intensa por decir la verdad (sin herir susceptibilidades), lo soy.  Por decir te quiero un millón de veces o demostrarlo, lo soy.  Por preguntar y preguntar y volver a preguntar para estar segura y no meter la pata, lo soy.  Llamar las cosas por su nombre y encarar la realidad, culpable.  Detallista extrema, sí, es correcto. De no ser así, es posible que no fuese la diferencia para aquellos que amo y con aquello que me apasiona. Soy deliciosamente intensa hasta para dormir.

La intensidad le da color y sabor a la existencia, nos nutre de energía vital. Bien utilizada nos abre caminos y mal llevada nos puede cerrar puertas.  Nos da permiso para reinventarnos y nos permite descubrir la vida en todo su esplendor. ¡Despierta que la vida es corta y hay que disfrutarla con emoción!

GG