miércoles, 5 de septiembre de 2012

Aprende a renunciar

Arriesga todo en nombre de la oportunidad y apártate de todo lo que te ofrezca un mundo de comodidad. El Vencedor está solo – Paulo Coelho

Ø  Muchas veces siento miedo. Y aún así, cuando es necesario, sigo adelante y me enfrento a todo. La Bruja de Portobelo – Paulo Coelho

Ø  Dudé de todo, y la duda—en lugar de paralizarme –-me empujó hacia océanos que no podía admitir que existían.  La Buja de Portobelo – Paulo Coelho

La primera frase es que la estaba atinadamente en mi agenda el día de hoy, las otras me parecían concordantes y estaban en fechas anteriores durante mis días de vacaciones.

La inspiración suele venir de todas partes, sobre todo de las propias de vivencias y más aún del acontecer diario, de las personas que nos rodean y es una fascinación porque cada cual tiene su historia andando.

En lo que va de esta semana aprendí mucho acerca del valor de “renunciar”, he visto ejemplos de valentía, pero también de desesperación.  Como en todo, renunciamos a cosas triviales como la dieta o ese postre que me hace daño.  Pero la gran mayoría son complejas y con un profundo sentido emocional como el renunciar a un ser querido, a pesar de amarle, cuando admites que algo irremediablemente murió o el sentimiento dejó de ser mutuo.  Puedes renunciar a una relación desgastante o psicológicamente dañina.  Renuncias al alcohol o al cigarrillo porque afectan tu salud y tu entorno con un daño irreversible. Renuncias a un trabajo porque aspiras a una mejor calidad de vida o porque no satisface tus necesidades.  Y lamentablemente a veces, sin saberlo, renunciamos a vivir.  Y lo menciono no solo en el sentido literal de la frase, sino esa decisión de aguantar, de subsistir o sobrevivir así sea malamente, a empeñarnos en amargarnos o amargar a los demás. Sufrir de gratis. Renunciamos a las posibilidades y a los sueños sin intentarlo o dándonos por vencidos en la primera oportunidad que las cosas no salen como queremos. 

Dar el paso.  Rompe con todo aquello que te ata, que te minimiza.  Una relación en donde tienes que mendigar amor, no es lo que mereces, ni lo que necesitas.  Una vida llena de vicios para aplacar la tristeza o lidiar con el estrés, terminará como árbol muerto y siendo justos, un árbol que otros tendrán que cargar.  Un trabajo, un lugar, una persona con la que no te sientas cómoda, te hace replantearte si realmente necesitas eso para ti. 

Hay tantas cosas que aprender en y del mundo y no nos damos la libertad para hacerlo.  Me cuesta creer que fue hasta este año que me di el placer de conocer San Blas y si he amado a mí país sin haber visto ese paraíso, ahora estoy más que convencida que éste es el lugar donde pertenezco.  Si no nos damos ciertos permisos, nunca seremos capaces de ver las puertas y ventanas que se abren por delante, pues los ojos enjugados en lágrimas y la mirada hacia atrás, no lo permitirán.  En este caminar, hay que tomar decisiones y asumir riesgos (no olvidar que todo decisión conlleva una responsabilidad).  Volar con alas propias, respirar, ver, escuchar, abrazar, pensar, bailar, brincar, disfrutar…

No te limites. El mundo no lo miras a través de una sola persona y no se reduce a la necesidad financiera, aunque ésta última sea necesaria, más no lo es todo.  Renuncia incluso a esos recuerdos y resentimientos que te lastiman, a eso o a ese que no aportan nada. Es día de cortar malos hábitos, de afrontarlo todo con nuevos bríos, con la plena certeza de que cada experiencia te deja aprendizaje y por ende crecimiento.  No perdamos en el camino los ideales, los principios, los valores y la calidad humana.  Y como decimos por ahí, todo eso que no te mata, te fortalece.  Que el miedo no te prive porque siempre hay una oportunidad, una mejor alternativa.  La felicidad jamás depende de otros, olvídense de eso porque está dentro de ti. Tú la fabricas, tú la decides, tú la escribes.

Bendiciones, 


PD. Estas líneas se las dedico desde mi propia vivencia a 2 personas que quiero mucho y pidieron mi opinión hace muy poco. Les quiero mucho.

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