lunes, 28 de septiembre de 2015

Honestidad Emocional

En esas pocas rondas cibernéticas personales que me he permitido en los últimos cuatro meses, he visto cosas interesantes en los muros, perfiles y covers pic de diversos personajes. Entre las que  llamaron mi atención, había un post que hablaba, entre otras cosas, sobre “honestidad emocional”. Me dije: ¡válgame Dios! En algún momento averiguaré de qué se trata porque en psicología, psiquiatría, coaching, liderazgo y todas esas disciplinas que de una u otra manera tocan emociones, siempre sale algo nuevo.

Encontré categorías, tipos y otro sinfín de elementos explicativos y decorativos sobre el tema. Sin ser erudita, ni querer parecerlo; palabras más, palabras menos, al hablar de honestidad emocional nos referimos a la conciencia… ¡Qué problema!  Porque si no se tiene, jodida está la vaina. Es esa capacidad de reconocer y admitir emociones. Valga la redundancia, es ser honesto consigo mismo sobre lo que nos ocurre a nivel emocional.  Es un poco de ponderar lo que el corazón siente versus la razón; escuchar nuestra verdad interna y actuar conforme a ello.

Se dice que esta se puede comunicar muchas veces por sí sola, a través de la mirada, de los gestos, incluso en el tono de voz más allá de las palabras… Otro gran dilema, si consideramos este mundo en el que nos hablamos más por whatsapp y redes sociales, aún al vivir bajo un mismo techo. Además, todos sabemos (algunos por experiencia), que hay notables especialistas en el arte de confabular, mentir y enredar.

Respetar la sabiduría del corazón (intuición – conciencia) como de la mente (razón). Cito: “Capacidad para ser sincero con uno mismo, en cuanto reconocer y asumir nuestros propios sentimientos y emociones, así como ser capaz de integrar nuestros ideales, convicciones, normas, creencias… También supone un análisis personal y cuidadoso que  requiere tanto la situación, como lo que se está sintiendo ante ella con el fin de entenderlo adecuadamente y decidir de qué manera, hacia quién o hacia qué se manifiestan las emociones, con el fin de lograr un objetivo que resulte constructivo tanto para la persona como para aquellas con quienes se está interactuando”. (1)

Mi perspectiva
Tanto la honestidad como la inteligencia emocional la necesitamos en todos nuestros planos: familiar, laboral, social, personal (interior y de pareja). Resulta vital desarrollar estos elementos que pareciesen innatos, para llevarlos a un nivel superior que nos permita ser mejores personas porque no se puede exigir aquello de lo que se carece.

Sin creer que hay una histeria o insatisfacción colectiva con relación a esto, entendiendo que los seres humanos hemos olvidado lo simple de ser simples y hasta para eso nos complicamos, nos toca hacer una reflexión íntima sobre aquello que esperamos de nosotros mismos y empezar a exigirnos un poco más.

La honestidad desde cualquier perspectiva, necesita de convicción.  Ser honestos a veces implica consecuencias, conlleva responsabilidad y otras, un precio a pagar. Es acerca de verdad completa, de compromiso, de credibilidad y de criterio, tanto para uno mismo, como para los demás.

Esta vida transcurre con cosecha de lo que se siembra y no hay peor engaño que el que nos decimos a nosotros mismos. A manera de ironía les comparto el post que despertó mi apetito curioso, no sin aclarar que la honestidad emocional nos aplica a todos sin importar la edad o el género.

Seamos felices que la vida es una cuestión de actitud. Decidamos qué clase de protagonistas queremos ser y cómo deseamos ser recordados.
       
(1)     http://bit.ly/1MWF0or

GG

No hay comentarios:

Publicar un comentario