viernes, 11 de enero de 2013

RESUELVO

ü  Bajar de peso (5 libras)
ü  No ingerir “tanta” comida chatarra, ni sodas
ü  Hacer ejercicios
ü  Tomar agua
ü  Ahorrar
ü  Leer
ü  Ir a obras de teatro, exposiciones, eventos culturales
ü  Reír más
ü  Aprender a escuchar, callar o hablar
ü  Aprender inglés de una vez por todas
ü  Cambiar de carro
ü  Viajar
ü  Menos compras compulsivas
ü  Decirle a mis seres queridos que los amo
ü  Subir Volcán Barú (otra vez)
ü  Ser agradecida

¿Les resulta familiar?  Sería extraño que no pasáramos por una lista de resoluciones con la llegada de un nuevo año. La dificultad no está en planear, en desear, ni siquiera en ejecutar, el meollo del asunto es cómo lo hacemos…

El fin de año cerró y siempre salen los buenos sentimientos, los mejores deseos y de allí las grandes necesidades.  Arrancamos con expectativas porque en nuestro subconsciente al cambiar el número del año, cambiarán muchas cosas y mentalmente nos preparamos para nuevos propósitos.

La realidad es que cada día es un reto y la ocasión de nacer otra vez, es una oportunidad.  Ya he leído horóscopos y mil y un artículos sobre definir objetivos y cumplirlos, bla, bla, bla...  Lo que necesitamos es “voluntad” y por supuesto “sabiduría”.  La salud es buena, el amor, la armonía y la prosperidad también, pero seamos honestos, la salud física, mental y espiritual son un preciado regalo que no sabemos cuándo podemos perder.  El amor es una decisión y cuando se trata de decisiones, el control es compartido.  La armonía viene de adentro, pero para eso necesitamos creerlo, trabajarlo y sentirlo. La prosperidad se forja.  La cosa en común que todos necesitamos cuando alguna de éstas falla o cuando todo parece colapsar, es la santa sabiduría, para enfrentarlo con la mejor actitud y la voluntad para perseverar en eso que necesitamos.

Cada uno debe establecer prioridades y no soy la primera que lo dice.  En esa medida, no ceñirse a un año nuevo; “cada día es nuevo”.  Por mi parte, hago mi listita diaria; a veces mental, otras por escrito, de lo que deseo conseguir hoy día, igual como presupuesto los gastos de la quincena.  Por ejemplo: HOY voy a tomar agua.  Para alguien como yo, a quien le cuesta tomar el vital líquido, es mucho más fácil y práctico, ponerlo como un desafío diario y no como algo que desearía hacer en el 2013, pues comprobado está, que cuando lo he hecho así, no he pasado de enero. 

Otros objetivos como bajar (o subir) de peso, no se convierten en obsesión, sino en un sistema aplicado y disciplinado de vida. Eso no va ocurrir como por arte de magia.  No creo en las dietas.  Convencida estoy que la alimentación sana es la mejor vía y el ejercicio es salud.  No gasten, porque ni decir el término “inviertan” (porque es un gasto), en fajas térmicas, yeso maravilloso, dieta de la luna, ni en aparato maravilloso de esos que anuncian por TV, que al cabo de un par de semanas será parte de la decoración de la casa y en todo caso, el adorno más feo porque seguramente estará lleno de polvo.  La salud cuesta, igual que la belleza.  O te esfuerzas en cuidarla, comiendo sano y haciendo ejercicio aunque no te guste; o, al final igual vas a gastar en médicos, medicamentos y hospital. Tú eliges.  Y por favor, no seamos tan insensatos de excusarnos en eso de que, de algo nos tenemos que morir. Así como hay la cochina confianza, está la cochina tentación, y allí es justo donde aparece “la voluntad”.

La sabiduría nos va permitir ponernos creativos hasta para ahorrar, no solo dinero, sino tiempo, esfuerzo y neuronas.  Ir a museos que son gratis para culturizar el intelecto. Volver a la biblioteca si es que no nos alcanza para comprar un libro, o ya sabemos que por internet no hay casi límites. En cuanto a viajar, dice mi querido Paulo Coelho que eso nunca es una cuestión de dinero, sino de coraje. No te endeudes para cruzar el charco.  Seguramente más cerca de lo que imaginas, hay cientos de lugares que esperan a que les descubras y puedes ir a pie, en autobús, en tu auto y si el Universo conspira: tren, avión o barco pueden llegar.  No olvides que viajar con la mente, puede traer sus beneficios también.

Al final, los verdaderos placeres de la vida son tan sencillos y cotidianos, que nuestras resoluciones deben permitirnos agradecer y volver a agradecer por ello.  Que la persona que vive contigo no se acueste sin que le digas cada día, lo especial que es en tu vida. Total, no sabes si tendrán un mañana para decirlo.  Reír, abrazar, escuchar, callar, son secretos para mantener la armonía espiritual y nuestra frágil humanidad.  No hay años o días malos, lo que experimentamos son vivencias de aprendizaje que nos hacen más fuertes y más atentos a nuestro entorno. Resuelve objetivos reales, comprométete con ellos, rompe la fantasía de lo que quieres. Deja de sobrevivir. ¡Vive ya!

GG

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