viernes, 16 de septiembre de 2016

No renuncies...

A tus sueños, a ser una mejor versión de ti mismo, a escoger tus batallas y a tomar tus decisiones. No renuncies a la posibilidad de encontrar propósito en la vida…si ya lo hiciste, no desistas y si sencillamente no lo encuentras, quizás no lo necesites para ser.  No renuncies a la intimidad de tus noches, a la luz de tus días, a la palabra que dicta tu consciencia.

Respira… no renuncies a hacerlo. No desistas en ayudar, en perseverar, en sonreír, en abrazar.  No renuncies a caminar bajo la lluvia ni a nadar entre las olas; la belleza de la vida está en la simplicidad de las cosas. Camina, aunque sea entre piedras, sigue tu propio ritmo y cuando necesites detenerte para tomar impulso, hazlo, pero no renuncies a dar pasos. De tus palabras sé el dueño, responsabilízate por lo que dices y por lo que haces; a veces de sabios es callar. Comunicarse es un arte, domínalo y no renuncies a hablar.

Cree con convicción en la fuerza de tu espíritu, en la locura de alcanzar el cielo con la mano, en la nobleza de los niños, en la sabiduría de los ancianos, en la experiencia de tus padres, en la calidez de tu familia, en el cariño de tus amigos… Cree en la posibilidad de lo imposible y rompe las barreras del tiempo, de la distancia, del egoísmo, del ego, de la envidia porque el mundo necesita que generes cambios desde tu corazón.

Renunciar a ti es como morir. Ámate, porque solo en esa medida reflejarás y serás capaz de regalar amor. Cuídate integralmente: en mente, en cuerpo, en emoción, en espíritu. Mírate al espejo con atención cada día, en lo profundo de tus ojos están las respuestas que necesitas para ser lo que quieres.  Apasiónate por algo y en lo que sea que elijas, sé lo suficientemente bueno para llenar tus propias expectativas, y si no, sigue…

Disfruta del aprendizaje que traen los problemas, enfócate en los “para qué”, recuerda que no siempre necesitas respuestas, a veces las preguntas suelen ser más valiosas. No se puede renunciar a experimentar o a enseñar.


No tienes que vivir como si fuera el último día, pero procura “vivir”, un día a la vez. Canta, crea, corre, ríe mucho, ama aún más. Nuestro corto camino por la vida está lleno de innumerables instantes mágicos, descúbrelos o haz que ocurran, atesóralos. Cada cual es protagonista de su historia; escribe en tu libro pasajes memorables, apunta a cómo quieres ser recordado. Sé feliz, eso no depende de nadie más que de ti.

GG

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