Querida Itzumi:
En el Orden Divino, nacer y morir deberían ser una celebración. Sin embargo, en ambas situaciones ineludiblemente “lloramos”.
¿Sabes? Ya lo hablamos, no te voy a guardar luto, ¿para qué? Si el sentimiento se lleva por dentro. En diciembre del 2017 (año duro), decidí ponerme un tatuaje por ti, por mi tía Nere y por mí: “Un día a la vez”. Tenía que ser en un lugar discreto, pero lo suficientemente visible para que pudiera verlo a diario, para no olvidar esta frase que constantemente te repetía y me repito.
Hoy, he decidido vestir de verde. En mi rebeldía usé zapatos amarillos para despedir a Pocho y hoy, a través de la distancia, que en realidad no es nada cuando de amor se trata, usaré el color de los primeros ojos que me enamoraron: los tuyos. Finalmente fueron verdes, porque cuando éramos más pequeñas a veces te los veía grises, a veces me daba la impresión de que tenías uno gris y otro verde, pero me quedo con tus verdes.
Como sé que estás aquí, con nosotros, solo quería volver a darte las gracias y no tengo que entrar en detalles porque ya sabes a qué me refiero. Si he tenido una hermana, y TODOS LO SABEN, eres tú. No fue necesario compartir el vientre. Si no tomé el primer avión de vuelta a Panamá, ha sido por ti. Sé lo orgullosa que estabas de que el banco me diese esta oportunidad y aunque desde tu partida, me ha costado un poco concentrarme, lo estoy dando todo para que valga la pena y para que sientas con satisfacción: ¡esa es mi hermana!
Dice mi mamá, alías “tu Rurri”, que la edad pesa… y con tantos achaques, comienzo a sentir que es cierto; pero también nos enseña muchas cosas. Uno es no solo lo que dice, sino lo que hace y tú siempre has sido bastante coherente, si lo comparamos con el resto de los mortales. Se vive en función de cómo se desea ser recordado y dudo mucho que quienes compartimos 45 años contigo o menos, podamos discrepar en lo bueno de tu forma solidaria, desprendida y humilde de ser. ¡Lo hiciste bien hermana, lo HICISTE MUY BIEN! Con todo y los errores, con todo y tu a veces testarudo carácter, viviste bien y brindaré por eso. Ya conseguí una pinta sin gluten para celebrar hoy, con eso que también disfrutabas. Celebro tu valentía y tu fortaleza, tu sencillez, pero sobre todo, celebro que ya no tienes más dolor y que estás en buenas manos. Descansa de verdad porque vamos a estar bien hasta que nos reencontremos, entonces, estaremos mucho mejor.
Te prometo (y sabes que soy mujer de palabra) que:
- Aunque pase el tiempo y si llego a viejita, si acaso la mente me traiciona, estarás conmigo desde el alma.
- Siempre hablaré de ti en presente. SIEMPRE. No por lo que fuiste, sino por lo que eres.
- Que cuidaré con mi vida de Fabián y de Abi. Si bien Fabián es nuestro hijo común (y bien bonito que nos salió el chino); Abi es la hija que no tuve. Seguramente, agarraremos nuestras rabias porque sabes que soy intensa.com, pero nos acoplaremos y estaré para ellos cuando me necesiten y cuando ellos crean que no, también. Y nunca les faltará un “te amo”, ni mucho menos un abrazo de mi parte.
- Que como buena viajera, te llevaré en cada travesía que haga y ahora, a través de mis ojos, echarás esos viajecitos que nos hicieron falta porque donde haya un horizonte y donde yo mire al cielo, justo allí, sabrás que tendremos ese intercambio de energías. Mis fotos VERDES, serán de ahora en adelante, nuestras fotos y tendrán su propio hashtag, aunque tú nunca hiciste química con la tecnología… mejor aún, porque ahora será telepática la cosa (ja,ja,ja,ja).
- Cuidarme, amarme. No creo que a estas alturas pueda ser menos agria (la vejetud es una cosa seria, Zumi), pero procuraré reír más. Ya sabes que no creo en eso de vivir como si fuese el último día, sino en vivir y aprender algo cada día.
- No andar jorobándote o invocándote cada vez que se me apachurre el corazón, pero dame tiempo porque lo estaré haciendo muy frecuentemente en estos días.
- Te prometo no morir, sin escribir ese libro, aunque no se publique. Así que debo empezar pronto porque ya sabemos que mañana no es prometido para nadie.
Y como no quiero aburrir a la gente con esta carta que en realidad es para ti, voy a citar un pensamiento muy tuyo que llevo en mi cartera, que me regalaste en nuestros tiempos como Ejistas:
“Yo espero de este mundo un cambio radical y sincero,
Que dejen la hostilidad, la incredulidad y las pasiones efímeras
Para dar todo de sí y brindar el amor que Dios nos da y enseñó
En su máxima potencia; sin esperar nada a cambio,
Pues la felicidad está en la capacidad de seguir dando”.
Tengo sentimientos encontrados hermana, soy imperfectamente humana. Lloro porque hubiese cambiado mi posición por la tuya, sabes que sí. He llorado porque me tranquiliza y me alegra que ya no sufras y estés con Dios, pero también lloro de agradecimiento porque sé que no ha sido casualidad que algunos estuviésemos lejos al momento en que recibiste el llamado Divino, de hecho, creo que ha sido mejor, así que gracias otra vez. Perdóname si en algún momento no estuve, si subestimé tu salud, pensando que estarías bien, si me alejé físicamente porque emocionalmente eso jamás ocurrió.
Tus globos verdes y grises están listos, como nos lo pediste a Zohar y a mí. No te pongas intensa, pero si necesitas darte tus vueltas, ya sabes dónde encontrarme. No olvides que el amor trasciende tiempo, distancia y presencia física; yo tampoco lo olvidaré.
Salúdame a abuelo Pío, a tía Maggi y a Pocho, por favor. Y si de casualidad ves a abuelo Papelón y a mis abuelos Foncho y Marina, también.
Te amo, no mucho, ni buco o pocotón, sencillamente, “te amo”. Un abrazo apretao y muy sentido. ¡Feliz nueva vida, Itzumi!
De tu hermana,
Atzel
PD. Para todos los presentes: digan te amo más a menudo, regalen abrazos y sonrisas porque cada día que pasa sin hacerlo, es como un día perdido. Y vivan; no como si fuese el último día, sencillamente, vivan bien.